REDACCIÓN MÉDICA.- Es cuestión de semanas que España diga adiós a la vacuna de Astrazeneca, de la que solo adquirirá las dosis necesarias para completar las segundas dosis restantes. La aparición de casos de trombosis relacionados con este fármaco llevó al Ministerio de Sanidad a recomendar su uso solo en mayores de 60 e incluso a sugerir otra vacuna distinta, la de Pfizer, a la hora de completar la pauta.
Algo similar ha ocurrido con la vacuna de Janssen, desarrollada por Johnson & Johnson y a la que también se han asociado eventos de este tipo, quedando finalmente acotada a grupos específicos de edad en la campaña de vacunación nacional.
Ambas compañías farmacéuticas se encuentran, no obstante, investigando la posibilidad de introducir modificaciones potenciales en sus vacunas frente a la Covid-19 que permitan "reducir o eliminar el riesgo de los episodios graves, pero infrecuentes, de trombosis con trombocitopenia", según recoge el diario The Wall Street Journal.
En estos momentos, científicos independientes de Europa, Estados Unidos y Canadá se han unido a las compañías y a la Universidad de Oxford para tratar de dilucidar el mecanismo fisiopatológico de generación de trombos para poder reformular las vacunas. Las pistas en el desarrollo de estos episodios permiten albergar esperanzas a la hora de identificar la causa y actuar sobre el rediseño de las vacunas de AZ de cara al próximo año. No obstante, los investigadores son cautos sobre el proceso y aseguran que todavía es pronto para saber si pueden ser modificadas o tendría sentido comercial.
Y es que los cambios en su composición podrían requerir cambios en los derechos de propiedad o aprobaciones regulatorias. Aún así, la urgencia que supone la vacunación podría acelerar no solo la investigación científica sino los trámites legales, al igual que ocurrió con el lanzamiento y aprobación de los primeros tratamientos a finales de 2020.
En cualquier caso, minimizar o eliminar los efectos de coagulación de la sangre podría ser "clave", según los investigadores, para aumentar la confianza en las vacunas y reducir el negacionismo. Aún así, los expertos vaticinan una mayor rapidez a la hora de conseguir una nueva versión de los tratamientos frente a las nuevas variantes que en el caso de los coágulos de sangre.
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