Breve guía sobre la microbiota: cómo cuidarla y su relación con la COVID-19

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Unnamed   2021 04 12T080028


EUROPA PRESS.- No todos los microorganismos son malos y nos producen enfermedades. En el cuerpo tenemos un auténtico ecosistema con miles de millones de 'bichitos' que conforman lo que antes se conocía como 'flora' y actualmente se denomina 'microbiota'.


La doctora Sari Arponen, doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad Complutense de Madrid, especialista en Medicina Interna, y experta en microbiota, acaba de publicar 'Es la microbiota, idiota! (Alienta editorial), un manual con el que precisamente pretende dar a conocer cómo nuestra salud depende de los billones de microorganismos que habitan en nuestro cuerpo.


Según nos explica en una entrevista con Infosalus, la microbiota se encuentra por todo el cuerpo, pero fundamentalmente en boca, intestino, piel, y tracto genitounitario, aunque pueden apreciarse este tipo de microorganismos en la sangre y en el ojo, por ejemplo. "Es un ecosistema que está en todas las partes del cuerpo, y que cumple múltiples funciones", apostilla la médico finlandesa afincada en España.


Ha habido discusión sobre cuándo la microbiota de cada persona empieza a formarse, y el consenso actual lo establece en que durante la gestación, cuando nos encontramos en el útero materno, y sobre este ecosistema influirá después cómo sea el parto por el que nacemos, así como si recibimos leche materna, o el tipo de alimentación que recibimos, según detalla la doctora Arponen.


Es más, a la microbiota también le afecta dónde vivamos, si en un ambiente natural o urbano, o si tenemos contacto habitual con animales. "En el libro cuento, por ejemplo, que el uso excesivo de antibióticos que se hace en España en niños, que en otros países presenta unos índices menores, es muy perjudicial para la microbiota. También la dañan mucho algunos fármacos como los mal llamados protectores gástricos", advierte la máster en enfermedades infecciosas, al tiempo que recalca que "todo lo que hacemos y nos llevamos a la boca influye sobre la microbiota de la boca y del intestino".


Así, incide en que cada persona tiene una microbiota diferente, se puede hablar incluso de 'huella microbiana', a la vez que mantiene que las personas que viven en una misma casa tendrán una microbiota parecida entre ellos, aunque también la tendrán aquellas personas que viven en una misma zona; si bien insiste Arponen en que luego, en el detalle, cada microbiota es única en la persona.


Por eso defiende que es tan importante cuidar de nuestra microbiota, dado que tiene múltiples funciones en nuestro organismo: desde fabricar vitaminas en el intestino, además de otras muchas sustancias que cuidan de nuestra salud; nos ayuda a digerir alimentos; a comunicarse con el sistema inmunitario y permite mantenerlo en buen funcionamiento frente a enfermedades infecciosas; si no está en equilibrio puede favorecer una enfermedad autoinmune o una alergia; una microbiota equilibrada hará que tengamos una buena mucosa intestinal; aparte de que el intestino en concreto se conecta con muchos órganos (músculo, corazón, pulmones y cerebro, por ejemplo), se habla ya del 'intestino eje-cerebro'.


COMO MANTENER EN EQUILIBRIO NUESTRA MICROBIOTA


No obstante, cuando la microbiota se encuentra en desequilibrio se produce un fenómeno conocido como 'disbiosis', según precisa la experta, una situación en la que deja de cumplir sus funciones y por ejemplo aumentan cierto tipo de bacterias 'malas', alternado las funciones del intestino, o no funcionando correctamente esa comunicación con el cerebro, a la par que por ejemplo se puede producir una inflamación por todo el cuerpo.


"En caso de disbiosis se pueden producir múltiples síntomas, todo depende de la persona, pero también de otros muchos factores, como por ejemplo la predisposición genética a enfermar. Si una persona tiene una microbiota desequilibrada esto puede favorecer la aparición de alergias, en otra ser causa o desencadenante de una enfermedad autoinmune, y en otra favorecer la obesidad", agrega.


Con ello, la doctora Sari Arponen mantiene que nuestros hábitos del día a día determinan cuál es nuestra composición de la microbiota. "Uno de factores más dañinos es nuestra alimentación", señalando que en España por regla general se consumen solo un 40% de productos frescos y un 60% de ultraproceados o procesados, con exceso de azúcares refinados y grasas trans o aditivos de forma predominante en nuestra dieta.


"Desde luego el estilo de vida actual, con un estrés crónico mantenido, más en pandemia, que es difícil de llevar bien, genera disbiosis. También daña a la microbiota la falta de descanso, el dormir mal, así como el sedentarismo. El ser humano está hecho para moverse y somos una sociedad sedentaria. El estar horas sentados, con el teletrabajo, es muy dañino", avisa la doctora en Ciencias Biomédicas.


¿Cómo saber entonces que alguien no tiene bien su microbiota? Arponen lo tiene claro: si alguien tiene un problema de salud es que su microbiota no está bien; o si las deposiciones no son las adecuadas, las heces flotan, o por el contrario uno está estreñido o tiene tendencia a diarreas.


"Si las comidas les sientan regular y tiene intolerancias hay problemas de microbiota intestinal. Pero en la boca, por ejemplo, si hay sangrado de encías o caries esto también es indicativo de disbiosis a nivel de boca. En cambio, si se tienen eczemas o enfermedad cutánea puede ser igualmente un signo de que hay un desequilibrio en la microbiota de la piel", argumenta la doctora.


Por ello, y para que la microbiota esté lo mejor posible en nuestro día a día remarca que debemos reforzar aquellos factores que antes hemos mencionado y que le afectan, como el realizar un cambio en nuestra alimentación, basado en la dieta mediterránea y los productos frescos, eliminando los ultraprocesados y procesados; a la par que realizar mucha actividad física; y desconectar digitalmente y tener más contacto con la naturaleza.


Sobre el tema de la higiene dice que hay un doble componente, pudiendo ser necesaria una higiene más constante en los entornos urbanos, donde aconseja ducharse antes de ir a dormir para eliminar todas las partículas de contaminación o patógenos que pudieran adherirse a nuestro cuerpo durante el día, pero no siempre necesariamente con jabón neutro, solo aplicarlo en las zonas donde se pueden generar olores (axilas y genitales). "Si se vive en ambiente de naturaleza no se debe practicar un exceso de higiene, y lavarse todo el cuerpo con jabón y refriegue todos los días no es conveniente", apostilla.


MICROBIOTA Y COVID-19


En última instancia, y sobre la manera en la que se relacionan la COVID-19 y nuestra microbiota, la doctora Arponen indica que si en el momento de la infección hay una microbiota desequilibrada se ha visto que puede haber una evolución peor de la enfermedad, existe una mayor probabilidad de que esa respuesta inflamatoria excesiva generada por la infección sea mayor en estas personas, dado que el sistema inmunitario no se puede ver regulado en parte con la microbiota.


Eso sí, la médico internista advierte de que esto no significa que una persona saludable y con una microbiota saludable no pueda presentar igualmente problemas con la COVID-19, donde dice que también pueden influir cuáles son los niveles de vitamina D de la persona.


Por último, recomienda a todas aquellas personas que hayan superado la infección que busquen ayuda para intentar regular la microbiota, o seguir los expertos de un consejo en la materia: "Una restauración para sanear la microbiota es básica porque en el intestino comienzan todas las enfermedades".

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