¡El peligro del ruido en los Dominicanos!

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Por Dr. Frank Espino


“La única forma de regenar el mundo es que cada uno cumpla con el deber que le corresponda” Charles Kingsley


A todos nos ha pasado, que nos invitan a una fiesta, ya sea profesional, graduación, bodas, cumpleaños de cualquier índole y nos ha tocado sentarnos cerca a enormes bocinas. Esto hace que muchos que nos afecta la subida de la música, optemos por irnos lejos de las mismas.

¡Muchos de los que manejan estos instrumentos parlantes, no entienden ni les merece consideración, cuando se le solicita moderación al subir el sonido! Como están acostumbrados es posible sus oídos hayan perdido la capacidad de oír adecuadamente por el alto sonido que manejan en cada evento.

Aquí todo es una exageración en los ruidos. Es más yo creo que el dominicano tiene una enfermedad que se llama “Bocinitis aguda” Si quiere comprobarlo, cuando cambia un semáforo no tarda una microfraccion de segundo sin que algún desaprensivo nos esté tocando que avancemos.

En cualquier avenida, callejón, sitios privados y públicos son permanentes los abusos y violaciones a la contaminación auditiva, los ruidos son parte de la sociedad dominicana, al extremo tal, que hablamos tan alto, que es posible el tímpano está tan afectado que no puede filtrar los sonidos.

Todos los días vemos en la prensa, la protesta de ciudadanos exigiendo que cumpla con el silencio pues son cientos de colmadones o lugares donde se venda alcohol, que mantienen altas las bocinas, se habla en tono que no dejan dormir a nadie, y sin embargo; no se ve la preocupación para que esto se corrija, en la mayoría de las veces.

Para personas sometidas a ruidos de niveles mayores que 60dB, las reacciones más frecuentes son: aceleración de la respiración y del pulso, aumento de la presión arterial, disminución del peristaltismo digestivo, que ocasiona gastritis o colitis, problemas neuromusculares que ocasionan dolor y falta de coordinación, disminución de la visión nocturna, aumento de la fatiga y dificultad para dormir.

Se ha comprobado que los niños sometidos a ruidos constantes y fuertes poseen unos niveles más elevados de tensión arterial que aquellos que no lo están y que este estado suele continuar con la madurez, posibilitando un mayor índice de enfermedades cardiovasculares.

¡Debemos iniciar una campaña masiva para la salud auditiva a nivel nacional! Si seguimos como vamos, donde tocar una bocina de automóvil, guaguas anunciadoras, vendedores ambulantes, los mouflers de los vehículos, el alto sonido de bocinas en las fiestas, restaurantes, escándalo en cualquier esquina, donde el ruido es la norma de República Dominicana, donde no se respeta áreas hospitalarias, centros geriátricos ni pediátricos, sencillamente: ¡Seremos en poco tiempo, un país de sordos!

El autor es médico, escritor y profesor universitario

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