Realizan en Puerto Rico novel cirugía a una bebé de 23 semanas de nacida

Es la primera paciente prematura en la isla a la que se le repara un defecto congénito del corazón con un procedimiento mínimamente invasivo
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El doctor Francisco Díaz, cardiólogo pediátrico intervencional, del Centro Cardiovascular de Puerto Rico (CCPR) y su equipo, durante el procedimiento. 


PUERTO RICO/ELNUEVODIA.COM.- Victoria Zoé Morales Méndez parece que tenía mucha prisa por llegar a este mundo. Hace un mes y medio nació prematuramente, con tan solo 23 semanas, y un peso de 840 gramos. Una inesperada llegada que, sin duda, preocupó a sus padres, Eleida Méndez Galarza y Jonathan Morales González.


La bebé nació con una condición conocida como “conducto arterioso persistente” (Patent Ductus Arteriosus o PDA), una abertura entre las arterias pulmonares y la aorta que es normal en los fetos y que, generalmente, se cierra poco después del nacimiento. Algo que no sucedió con la bebé Victoria. Tampoco resultaron efectivos los medicamentos que se usan para promover el cierre de ese espacio.


Hace dos semanas, la bebé se convirtió en la primera paciente en Puerto Rico a la que se le hace una cirugía con un dispositivo miniatura conocido como Piccolo Occluder AMPLATZER que cierra el defecto congénito cardiaco.


“La niña nació en Mayagüez, pero fue transferida al Hospital Pediátrico para otras alternativas y de allí al CCPR. En el pasado, la alternativa era una cirugía abierta, un procedimiento invasivo en el que hay que abrir el pecho para que el cirujano cierre el ducto”, explicó el doctor Francisco Díaz, cardiólogo pediátrico intervencional, del Centro Cardiovascular de Puerto Rico (CCPR), quien estuvo a cargo de este procedimiento que se hace a través de cateterismo por la ingle, menos invasivo.


Se trata de un dispositivo, descrito como más pequeño que un guisante, aprobado en enero de 2019 por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA en inglés). Según el doctor Díaz, ya existía un dispositivo de este tipo, pero era para pacientes con un peso de más de dos libras y media. “Pero la compañía logró diseñar uno en miniatura para usarlo con catéteres muy pequeños y así poder acceder al ducto a través de la ingle y ocluir o cerrar la abertura”.


“Este procedimiento nunca se había hecho en Puerto Rico porque no habíamos identificado el paciente ideal. El dispositivo está aprobado por la FDA para pacientes prematuros que pesan hasta 700 gramos”, explicó el cardiólogo.


Para la madre de la niña, Eleida, saber que a su hija le pudieron corregir el defecto sin tener que hacerle una cirugía invasiva de tórax, ha sido un gran alivio. “El doctor nos explicó muy bien la situación y fue muy claro con nosotros sobre los beneficios y los riesgos. Así que no nos tardamos mucho en tomar la decisión”.


De forma parecida se expresó el doctor Díaz, quien resaltó que el procedimiento fue un éxito y ahora hay que esperar a que la niña siga ganando peso. “En la semana que llevaba en el Centro Médico ganó un poco de peso y ya tiene un poco menos de un kilo (menos de dos libras)”.


Sobre el defecto congénito, el cardiólogo explicó que en la mayoría de los seres humanos que nacen a término, ese conducto se cierra en las primeras horas o primeros días de vida. Pero en ocasiones, comienza a cerrarse y no se completa o nunca se cierra.


“Se puede descubrir a cualquier edad, aunque los pacientes prematuros tienen una posibilidad mucho más alta de que esto ocurra”, indicó el cardiólogo, al explicar que, en la vida fetal, la abertura de este conducto es para pasar sangre de la arteria pulmonar hacia la aorta. Y tan pronto el bebé nace, la presión aumenta en la aorta y disminuye en las arterias pulmonares porque “hay un cambio en el flujo de sangre”.


“La consecuencia de no cerrar esa abertura es que sobrecarga de sangre los pulmones del paciente y disminuye la sangre que va por la aorta descendente hacia el resto del cuerpo, lo que afecta a otros órganos vitales, como pueden ser los riñones, el hígado, los intestinos, entre otros”, adviertió el doctor Díaz.


De hecho, según información publicada por Clínica Mayo, un conducto arterioso persistente que no se trata, permite que la sangre poco oxigenada fluya en la dirección errónea, lo que debilita el músculo cardíaco y causa insuficiencia cardíaca, así como otras complicaciones. “Si no se trata, puede aumentar la presión arterial en el bebé (hipertensión pulmonar) y el corazón podría agrandarse y debilitarse”.

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