Los efectos del coronavirus en los medios de comunicación

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AGENCIA/DIARIO DE SALUD.-La pandemia del coronavirus ha afectado de manera profunda a muchos sectores de diferentes formas. Y los medios de comunicación han sufrido sus propias consecuencias: han tenido que adaptar su labor a una nueva realidad que puede haber traído cambios para siempre. «La covid-19 ha irrumpido en un contexto en el que ya estábamos en horas bajas», resume Pedro Lechuga, autor de Covid-19-periodistas (Ediciones Cultural Norte), un libro en el que trata de aportar una visión global de cómo los medios de países de los cinco continentes afrontaron el reto de informar sobre la pandemia.


Los intentos de control de la información por parte de los Gobiernos, las dificultades operativas para ejercer la labor profesional de los periodistas, la tentación hacia el sensacionalismo, el proceder de las redes sociales o la proliferación de las noticias falsas son algunos de los aspectos que han formado parte de una nueva realidad que ha puesto al periodismo ante un desafío crítico y que Lechuga, decano del Colegio Profesional de Periodistas de Castilla y León, aborda en su ensayo.


«Se nos ha abierto una pequeña oportunidad dentro de la desgracia para intentar corregir parte de los problemas que veníamos arrastrando en el sector», apunta el autor, quien cree que pese a algunos errores cometidos «la reputación del periodismo y de los medios de comunicación ha salido reforzada de esta situación» al obtener la confianza de los ciudadanos. «Hemos vuelto a recuperar a mucha gente y debemos aprovechar el momento», sentencia Lechuga en conversación con este diario.


«Este libro pretende hace una crítica constructiva», afirma el autor, quien anima a la profesión a reconocer los errores para no repetirlos. «Está en línea con ese manifiesto de los científicos que pidieron una auditoria para detectar los fallos cometidos para mejorar, en este caso aplicado al campo del periodismo», explica Lechuga. Según concluye, «al inicio de la pandemia en la mayoría de países los periodistas transmitieron el discurso de las fuentes oficiales y no contrastaron las informaciones acudiendo a fuentes independientes». El periodista se convirtió así en mero transmisor de información oficial en lugar de ejercer de verificador.


En su libro, Lechuga entrevista a periodistas que trabajan en 19 países diferentes, desde China hasta Brasil, pasando por EEUU, Francia, Marruecos o Argentina, entre otros. Precisamente, una de las deficiencias periodísticas más graves padecidas durante la pandemia está relacionada con la pérdida de peso en los medios de la figura del corresponsal. En la larga crisis que arrastran las empresas de comunicación, los reporteros enviados al extranjero han sufrido los efectos de los recortes y la precariedad de forma particularmente intensa.


Otro de los motivos que recoge el libro para que el periodismo no funcionara como hubiera debido al inicio de la pandemia es la falta de periodistas especializados en ciencia y medicina. Al igual que en el ejemplo de los corresponsales, muchos medios han ido prescindiendo de figuras expertas en estos asuntos para apostar por perfiles todoterreno. «La especialización es en ciertos temas es el único garante para ofrecer información veraz y de calidad», advierte Lechuga.


Pero, pese a la ya señalada falta de reflejos inicial, Lechuga constata que el periodismo poco a poco volvió a tomar pulso y cumplió con su labor durante la pandemia, fomentando debate público, denunciando los errores y contradicciones de los poderes políticos, dando voz a multitud de historias humanas y exponiendo la escasez de medios que sufrían los profesionales sanitarios. Según destaca el autor del ensayo, «los medios, al menos en España, no han caído en la autocensura».


Entre las conclusiones que se extraen del libro está «la importancia de la libertad de prensa, pero no sólo en nuestro país», advierte Lechuga, quien subraya los efectos que ha provocado el hecho de que la crisis sanitaria surgiera en un país como China donde los periodistas no pueden realizar su labor con garantías. ¿Qué hubiera pasado si el origen de todo hubiera sido en un país con mayor respeto por la función de la prensa? El autor considera que «la difusión de lo que estaba sucediendo hubiera sido más transparente y creíble». En su opinión, la falta de libertad de prensa en China ha influido en que este virus se extendiera por todos los rincones del mundo. «Otra de las lecciones que debemos aprender es a levantar la mirada más allá de las fronteras de nuestro país».


La forma de trabajar ha cambiado para los periodistas en los últimos meses. El teletrabajo se ha impuesto en muchas empresas además de otras situaciones como consecuencia de las restricciones sociales: comparecencias telemáticas, videoconferencias, entrevistas telefónicas... Un contexto provocado por una situación extraordinaria y ante el cual, según advierte Lechuga, hay que estar vigilantes para que no se perpetúe. «La tecnología ha facilitado importantes ventajas, pero corremos el riesgo de que esa virtualización diluya el principio básico de la profesión, que es ser testigos presenciales de lo que sucede para poder contarlo», argumenta. «Los periodistas tenemos que estar en contacto con la gente y también con los compañeros de la redacción», añade: «Por muchas reuniones on line que se hagan se pierde la esencia. Esto ha servido para sortear una situación excepcional, pero a la larga no puede suplir al contacto personal»


Por otro lado, al igual que uno de los efectos colaterales causados por la covid-19 ha sido el perjuicio que ocasiona a la atención de otras enfermedades, en el ámbito periodístico ha pasado algo parecido. Además de la pandemia, en el mundo han seguido ocurriendo hechos relevantes a las que en muchos casos los medios de comunicación no han podido prestar la cobertura debida ya que todo el esfuerzo estaba volcado en cubrir noticias relacionadas con la crisis sanitaria. Las empresas con más músculo han podido hacer frente a diferentes flancos de la actualidad, pero en muchos casos los recursos han llegado sólo a poner el foco en la prioridad informativa del momento.


Finalmente, una de las paradojas que ha dejado la covid en el sector de los medios de comunicación es que, a pesar de haber registrado cifras históricas de audiencia los ingresos publicitarios sufrieron un drástico descenso lo que complica la viabilidad de muchos medios. Este problema ha demostrado también la necesidad de nuevos modelos de negocio que apuesten por la información de calidad a través del pago por los contenidos. Los medios que se encuentran en este camino han visto incrementar durante la pandemia sus bolsas de suscriptores.


«Los medios de comunicación somos la mejor vacuna contra la desinformación», sentencia Lechuga, preocupado en este momento por el paso dado en España para intentar controlar la desinformación a través de una comisión controlada por el Ejecutivo. «Los gobiernos lo que tienen que hacer es poner en valor nuestro trabajo, no intentar limitarlo o controlarlo», argumenta. «Los representantes políticos no se cansaron de pregonar que el periodismo tenía que ser considerado un servicio esencial durante la pandemia», recuerda el autor del libro, quien les reclama que «se lo crean de verdad y actúen en consecuencia».

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