Nuevo enfoque procura evitar hospitalización de ancianos

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El enfermero Dwayne Dobschuetz (izq) visita al paciente Marvin Shimp en su casa de Chicago el 10 de enero del 2018. La visita es parte de un nuevo enfoque en la atención de los ancianos que busca evitar que sean admitidos en los hospitales, de los que a veces salen con más males que los que tenían cuando ingresaron. En el marco de este nuevo enfoque, los hospitales se aseguran de que un paciente está en condiciones de vivir en su casa y les procuran atención médica y otros servicios a domicilio. (AP Photo/Teresa Crawford)


CHICAGO, EE.UU. (AP) — Cuando Carol Wittwer, de 86 años, tomó un taxi para ir a la sala de emergencias de un hospital, esperaba ser admitida. Nunca se imaginó que le preguntarían si puede cocinar. Si tiene amigos en el rascacielos donde vive. O si podía deletrear “pasta” al revés.


“A-T-S-A-P”, respondió ella, lo que hizo que la enfermera especializada en pacientes geriátricos que la atendió descartase una confusión severa en un pabellón especial de la sala de emergencias del Northwestern Memorial Hospital.


Esas preguntas son parte de un nuevo enfoque que busca tomar en cuenta las complejas necesidades de la población de edad avanzada. Se hacen más preguntas desde el vamos y, en lo posible, se evitan las hospitalizaciones.


La realidad es que los hospitales pueden agravar el estado de un paciente. Las infecciones, la incontinencia y el debilitamiento de los músculos asociados con una estadía en la cama pueden dar paso a delirios, mayor fragilidad e incluso la muerte. Más del 30% de los pacientes ancianos que son hospitalizados regresan a sus casas con males que contrajeron en el hospital.


Enviar de vuelta a su casa a un paciente anciano es algo riesgoso para un médico.


“No se sienten cómodos enviándolos a sus casas si no están seguros”, comentó Dwayne Dobschuetz, un enfermero del Northwestern que empezó a visitar pacientes en sus casas en bicicleta hace un año como parte de su trabajo en el departamento de geriatría del hospital. “Es más fácil admitirlos que enviarlos a sus casas”.


Uno de sus pacientes, Marvin Shimp, de 87 años, ve muy poco pero vive independientemente. Dobschuetz corrobora periódicamente sus signos vitales y le hace preguntas, asegurándose de que está en condiciones de permanecer en su casa.


“Ayuda mucho”, expresó Shimp.


“Las salas de emergencia no están pensadas para los ancianos”, señaló Scott Dresden, jefe del programa de innovaciones del Departamento de Emergencias Geriátricas del Northwestern. “Hay camillas muy angostas. Pacientes en los pasillos. Ruidos mecánicos por todos lados”.


Estudios indican que los enfermeros de las salas de emergencia especializados en la atención de ancianos pueden reducir las probabilidades de que el paciente sea internado.


Un centenar de hospitales de Estados Unidos abrieron unidades geriátricas en sus salas de emergencia o entrenaron a su personal para atender esa población. Esas unidades pueden incluso arreglar servicios de limpieza de la casa o la visita de terapeutas o de acompañantes.


Este tipo de servicios son ofrecidos desde hace una década. Un influyente artículo del 2007 describió la sala de emergencia del futuro, diseñada para evitar la confusión y las caídas de los ancianos y para ofrecer la mayor comodidad posible.


Lejos de ser lugares cerrados con muchas luces, tenían ventanas y claraboyas. Colchones que alivian las presiones en lugar de colchones delgados. Eran aprueba de sonidos.


Y, por sobre todo, debía contratar enfermeros capacitados para lidiar con los complejos problemas de la gente mayor, reduciendo el ritmo frenético de una sala de emergencias y dando tiempo para que se haga una revisión completa. Habría terapeutas físicos y farmaceutas listos para dar una mano.


Ahora esas ideas están proliferando. La unidad geriátrica del Northwestern es a prueba de ruidos y tiene camas cómodas y ventanas.


Hospitales de varios estados están intercambiando ideas.


“Queremos tener al menos 50 hospitales certificados para fines del 2018”, señaló el doctor Kevin Biese, de la Universidad de Carolina del Norte con sede en Chapel Hill.


La unidad geriátrica de la sala de emergencias del Northwestern generalmente va más allá de lo que le corresponde.


En marzo del año pasado, ayudó a resolver la custodia de una mujer setentona con demencia cuya hija, que se ocupaba de ella, estaba muy enferma. En noviembre consiguieron atención para un paciente setentón que se estaba muriendo de un cáncer. En diciembre ayudaron a una mujer ochentona a que fuese atendida en su centro de rehabilitación preferido, asegurándose primero de que el seguro Medicare cubriría el gasto.


Wittwer hubiera seguramente sido admitida en el hospital antes de que se pusiese en boga este nuevo enfoque. El equipo de la unidad geriátrica arregló visitas de un enfermero y un terapeuta físico.


“Estuvieron fantástico”, declaró Wittwer aludiendo a los enfermeros. “Parece que hoy vendrá un montón de gente. Me las voy a arreglar bien”.


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Carla K. Johnson está en Twitter: @CarlaKJohnson

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