Desapego sano: ¿vivo a través de mi hijo?

Por Estefany Collado

SANTO DOMINGO / DIARIO DE SALUD.-- El apego es la base de la conexión emocional con otro ser humano. Influye en el área emocional, cognitiva y social. sienta las bases de nuestra inteligencia emocional, autoestima y todas nuestras relaciones.

Este apego se inicia desde el momento de la creación, tiene un lugar muy importante desde la concepción y los primeros tres años de vida, que es cuando más necesitamos a los demás, pues somos vulnerables y pequeños bebés llenos de luz y esperanza. 

La psicóloga especialista en autoestima y coach Janis Santaella explica que, el apego se basa mayormente en la relación con mamá, cuyo estado afectivo pasa directamente al bebé; la relación con papá influye en la forma en que el bebé se siente protegido y seguro.

En esta etapa lo que no recibimos de amor lo interpretamos como miedo de aquello que no tuvimos y pasamos gran parte de nuestra vida repitiendo estos patrones inconscientes. Santaella afirma que un padre se apega de forma excesiva a su hijo muchas veces porque tiene situaciones no trabajadas y, a su vez, de generaciones anteriores.

“El apego seguro está nutrido de amor, constancia, protección, cuidado de forma correcta y, en el momento adecuado, aporta seguridad a través de nueve aspectos: atención, aprecio, afecto, aceptación, autenticidad, amistad, ánimo, y admiración; si estos no se dan. se desarrolla la búsqueda de esa falta desde la niñez y, luego, de adulto se traduce en esa esperanza de buscar estos aspectos en los demás, conectando y repitiendo estos procesos de dependencia hasta que son trabajadas y sanadas”, afirmó. Dice, además, que la otra gran misión que tienen los hijos es hacer felices a sus padres y esto es parte del proceso de la madurez, aprender que esta no es su misión, sino que tienen un camino propio.

Algunas de las manifestaciones negativas que se podría ver en el menor, es que el infante podría cambiar su interpretación del mundo, la autoestima, el éxito, inteligencia emocional, las relaciones y no permite que desarrolle su vida. Se pueden desarrollar personas que no crecen emocionalmente y que la podemos visualizar como dependientes emocionales. Por tanto, vivir a través de tu hijo podría generar en él un adulto inseguro y con limitaciones sociales. Santaella dice que “el amor se convierte en miedo, pues si nosotros los padres estamos solos, con traumas, problemas, divorcios, separaciones no resueltas, infelicidad y situaciones pendientes son pasadas de forma inconsciente hacia los hijos”. En consecuencia, la ruptura y los vacíos de la relación con sus padres o no poder tenerla, se proyecta en la relación consigo mismo.

Sobre el apego seguro y la protección que podemos proveerles a nuestros hijos, la especialista recomienda que a medida que podamos protegerlos en “el apego seguro” es importante que vayan desarrollando sus propias capacidades, pensamientos y decisiones. “Allí desarrollamos su autoconfianza y la interdependencia (dependo de ti, pero soy “yo mismo”) es importante permitir que los hijos tomen decisiones: qué les gusta, y qué no, sus descubrimientos, el color que van escogiendo de ropa, quiénes son y desarrollar sus talentos; en la preadolescencia inicia un proceso que se da a partir de los 11 a 13 años donde comienza la formación del carácter y los padres empezamos a permitir que desarrolle los inicios de ser adulto y su madurez”, puntualiza.

Advierte que el inicio de “dejar ser”, permitir soñar y hacer proyectos de vida, es responsabilidad de nosotros los padres, y las equivocaciones, errores, frustración, el rechazo y los miedos que les permiten crecer.

Consecuencias del desapego: Padres-Hijos

El desapego siempre traerá consigo un proceso traumático, pero será positivo para ambos, lo primero es tomar conciencia, luego buscar ayuda profesional como padres para trabajar los temas de niñez y vacíos pendientes, asumir responsabilidades, sanar, perdonar, aceptar y construir un proyecto de vida individual con la meta de ser pleno y feliz, asumiendo y permitiendo que los hijos tengan su propia vida.

Las consecuencias siempre son positivas porque el padre se da el permiso de empezar a tener una vida propia y, por tanto, libera a sus hijos. Pero el proceso por lo que tienen que atravesar los padres es muchas veces difícil y de gran valentía, pues involucra su propio crecimiento y responsabilidad de sus emociones, proyecto de vida y sus sueños. También es importante abrir heridas para sanar y darse cuenta que no todo está tan perfecto como creía, trabajar su ego y crecer.

En el caso de los hijos, estos lograrán sentirse con “el permiso de vivir, crecer, soñar y ser felices por sí mismos”. El niño o niña empieza a desarrollar su madurez, su autoestima, su ser, su felicidad, la inteligencia emocional, todas sus partes positivas y el encuentro consigo mismo. Cuando como padres asumimos ser responsables de nuestros propios procesos emocionales, esos vacíos que tenemos en nuestros niños interiores, no se los pasamos a ellos y los podemos hacer desde la responsabilidad y el amor.

En principio cuando hay cambios, los hijos pueden resistirse, pero luego experimentan sus propios momentos, crecen, eso les da libertad, amor propio y felicidad. El mayor beneficio es tener una vida propia y la satisfacción de contribuir a que sus hijos, que son uno de los mayores baluartes, puedan desarrollarse, construir vida y, sobre todo, no repetir patrones dañinos inconscientes. Cuando no lo hacen, los padres sufren mucho a través de los hijos y esto crea mucho dolor, que puede ser sanados cuando son trabajados. Las consecuencias siempre son positivas porque el padre se da el permiso de empezar a tener una vida propia y, por tanto, libera a sus hijos. Pero el proceso por lo que tienen que atravesar los padres es muchas veces difícil y de gran valentía, pues involucra su propio crecimiento y responsabilidad de sus emociones, proyecto de vida y sus sueños. También es importante abrir heridas para sanar y darse cuenta que no todo está tan perfecto como creía, trabajar su ego y crecer.