SANTO DOMINGO, RD/ NOTIPRESS.- Confundir un delirio como síntoma aislado con un diagnóstico psiquiátrico completo puede dificultar el abordaje terapéutico adecuado. Esta distinción fue explicada por la psiquiatra Biaris Rodríguez durante el programa "Entérate, Salud es Vida", y también está respaldada por contenidos clínicos revisados del Manual MSD, una referencia médica internacional.
Un delirio, desde el punto de vista clínico, consiste en una creencia falsa sostenida con convicción, ajena a la realidad y resistente a argumentos lógicos. Este síntoma puede presentarse en diferentes contextos psicopatológicos, entre ellos, esquizofrenia, trastorno bipolar en fase maníaca o deterioros neurológicos.
Rodríguez ejemplificó estos casos al referirse a personas con enfermedades degenerativas o bajo efecto de sustancias psicoactivas, en quienes aparecen pensamientos sin base real que no forman parte de un trastorno delirante estructurado.
En contraste, el trastorno delirante representa una entidad diagnóstica autónoma, reconocida por el Manual MSD, donde el delirio constituye el único eje clínico relevante. Se trata de una condición prolongada, definida por la presencia continua de una idea delirante durante al menos un mes. La persona no manifiesta otros síntomas psicóticos marcados, como alucinaciones prominentes o lenguaje desorganizado, elementos propios de otros cuadros más complejos.
Los especialistas indican que el funcionamiento social y ocupacional de quienes viven con trastorno delirante suele mantenerse relativamente intacto. Rodríguez confirmó esta observación al explicar cómo muchos pacientes logran desempeñar sus actividades cotidianas sin levantar sospechas, salvo cuando se enfrentan a situaciones directamente relacionadas con su delirio. Esa aparente normalidad puede dificultar el diagnóstico, especialmente si el entorno tolera o minimiza el contenido de sus creencias erróneas.
Estudios clínicos estiman que el trastorno delirante afecta a una proporción pequeña de la población, con cifras de entre el 0,03% y el 0,2%, siendo el subtipo persecutorio el más frecuente. Su aparición suele darse en adultos de mediana edad, y muchos conservan vínculos familiares o laborales, lo cual refuerza la idea de que no presentan deterioro generalizado, a diferencia de otras condiciones psicóticas.
Identificar correctamente la naturaleza de un delirio implica mucho más que observar una creencia fuera de la realidad. Requiere atención clínica constante, experiencia diagnóstica y una evaluación completa del contexto por el cual se presenta. Tanto el manual médico como las declaraciones de Rodríguez coinciden en la necesidad de no reducir el análisis a la superficie del pensamiento anómalo, sino de comprender su profundidad, permanencia y grado de interferencia en la vida del paciente.
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