Dominicana diagnosticada con cáncer de mama en pleno embarazo comparte su historia de esperanza

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Adamira Martínez, una mujer dominicana de 35 años compartió su historia relacionada con un diagnóstico de cáncer de mama, una noticia terrible que recibió estando embarazada.


El descubrimiento llegó de forma inesperada, mientras acompañaba a su madre enferma al hospital. 


Ella cuenta que nunca pensó que su vida, a partir de entonces, ya no sería la misma. 


Martínez decidió hacerse un chequeo médico por una molestia que sentía en su mama derecha. Luego de realizarle los estudios necesarios, los médicos le diagnosticaron un carcinoma ductal infiltrante grado dos. 


“Cuando me diagnosticaron cáncer, sentí que me iba a morir”, alegó.


Pero el destino le tenía preparada otra sorpresa. En medio de la tormenta, el resultado de una prueba de embarazo reveló una nueva razón para luchar: su bebé. 


“Dios tiene un propósito”, se repitió, y así, la lucha por su vida se entrelazó con la de su hija. “Siempre traté de hacer lo que los médicos me decían, de ser feliz a pesar de todo”, expresó con determinación.


Las quimioterapias comenzaron a las 20 semanas de embarazo. Cada sesión era un desafío; el temor por su salud y la de su pequeña la acompañaba. 


“No quiero que se me muera la que tengo adentro”, rememora. La angustia era palpable, pero también lo era la fuerza que provenía de su familia. Su esposo, Carlos Ruiz, se convirtió en su apoyo más firme en esos momentos de vulnerabilidad.


“Yo la encontraba llorando y tenía que ponerme a hablar con ella. No te puedes poner así. Tú estás embarazada”, recordó, añadiendo que a veces no sabía de dónde sacaba las palabras para animarla.


Sobre la pérdida de su cabello argumenta que “al principio lloré, pero luego decidí salir sin peluca”. A pesar de las miradas curiosas en la calle, se armó de valor. “Me acostumbré. Esta es mi vida”, dijo.


El nacimiento de su hija trajo consigo un nuevo capítulo lleno de esperanzas renovadas, pero también de desafíos. Las complicaciones tras el parto la llevaron de nuevo al quirófano. 


Mientras su esposo esperaba ansiosamente noticias, el tiempo se tornaba eterno. La angustia de no saber su estado era un peso que llevaban ambos, pero cuando finalmente supieron que todo estaba bien, la alegría fue incontrolable.


El costo de los tratamientos también un obstáculo a sortear. Con un tratamiento que ascendía a más de cinco millones de pesos, la realidad de muchos pacientes de cáncer se hizo evidente. “Es triste ver cuántas personas mueren por no tener acceso a medicamentos”, expresó con voz entrecortada. Su historia no solo es un testimonio de lucha personal, sino también un grito por empatía en un sistema que muchas veces olvida a los más vulnerables.


Esta historia, compartida en el marco del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, es un recordatorio de que detrás de cada diagnóstico hay un ser humano que enfrenta sus miedos y esperanzas.



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