BBC MUNDO.- Anglicismos como «cleaneating» (comida limpia) o «healthyfood» (alimentación sana) inundan últimamente las redes sociales.
No es de extrañar que hoy en día la población esté cada vez más interesada en tomar decisiones correctas con respecto a su dieta.
Al fin y al cabo, cada vez contamos con más evidencias acerca de la estrecha relación entre lo que consumimos y distintas enfermedades asociadas, precisamente, a hábitos alimenticios dañinos.
En el último siglo nuestros hábitos han cambiado a pasos agigantados y con ellos nuestra forma de vivir, relacionarnos, informarnos y comer.
Y eso no nos ha dejado indiferentes. Los hay que se han dejado llevar por la corriente de la globalización y de las interminables jornadas laborales, abandonando dietas como la mediterránea en favor de los productos prefabricados.
En el polo opuesto, están quienes han optado por la alimentación bioecológica, preguntando en el supermercado de la esquina por alimentos ayurveda para estupefacción del empleado de turno.
De entrada, pinta bien que la sociedad busque mejorar su salud en base a la alimentación. Sin embargo, detrás de estas etiquetas de bio o eco a veces se esconden consejos o alimentos engañosos.
Mirarlos con ojos críticos es fundamental para no caer en la ortorexia nerviosa.
¿Cómo reconocer la ortorexia nerviosa?
El término ortorexia nerviosa (ON) lo acuñó en 1997 Steve Bratman, precisamente basándose en la propia obsesión que desarrolló él mismo por una alimentación limpia de cualquier sustancia considerada «no pura».
Deriva del griego ὀρθóς (correcto) y ὄρεξις (apetito). Se utiliza en el caso de individuos que combinan una dieta muy restrictiva de ciertos alimentos con rituales alimentarios a la hora de consumirlos o prepararlos. Por ejemplo, cortar los alimentos de una forma determinada.
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