¡Depresión post electoral!

“Curiosamente los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado” Alberto Moravia (Escritor italiano)
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Doctor Frank Espino

“Curiosamente los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado” Alberto Moravia (Escritor italiano) 


Por Dr. Frank Espino


Hace unos años nosotros escribimos un artículo, basado en la experiencia que vivimos en el año 1994  y 1996 respectivamente. 


En ese entonces, nosotros estábamos muy de cerca en apoyo a la candidatura del Dr. José Francisco Peña Gómez, quien se perfilaba como inminente presidente de República Dominicana, hasta que “los trucos” y la sucia campaña del Dr. Balaguer y sus adeptos hicieron cambiar la historia, (que dicho sea de paso no se armó un baño de sangre, por el civismo del Dr. Peña Gómez de quien me he sentido orgullo de haberlo  conocido, y haberlo  seguido  en aquel “verdadero PRD”), ocurriendo lo que todo el mundo sabe, ¡un fraude colosal en contra de Peña!, que obligó al Dr. Balaguer y sus secuaces, disminuir a dos años, las elecciones !En ese momento lloré! ¡No lo niego! ¡De rabia! Como muchos otros ciudadanos.


¡Pero otra vez volví a llorar en el 1996 y lloré con jipío! ¡Un golpe de suerte deja fuera al Dr. Peña Gómez de la contienda! “donando” el Dr. Balaguer al Dr. Leonel Fernández, la presidencia del país.


¡Estos dos hechos me tornaron el corazón de piedra! y jamás he vuelto “llorar”, ni mucho menos, a quejarme; ya que: ¡La inoperancia de altos dirigentes, la torpeza y  el poco razonamiento,  no pueden estar por encima de mí pensar! (Les dejo pues mi artículo de mayo 2008 hace 12 años y parece como si hubiese ayer)


-“Aunque hemos cambiado mucho en cuanto al grado de –civilización- que hemos tenido los dominicanos en los certámenes electorales, no deja de haber unas series de acontecimientos que tiende a producir depresión tanto en los ganadores como en los perdedores.


A simple vista, solo la tristeza está presente en aquellos que se sienten derrotados, en los que tras una lucha verbal, escrita o mediática se entregan de una forma desconsiderada, sin resultados positivos.


Existe un luto relativo, entre los fanáticos partidistas, en los que perdieron, pues extrañan, todas las actividades que ponían en ejecución “sus fantasías, y sueños”  sus pensamientos de poder alcanzar la aceptación de los electores.


Sin embargo, después de las elecciones los que han ganado, también sienten un cierto grado de depresión, por que el furor de la lucha, deja un vacío, donde ya no existe el temor  de competencia, donde no tienen que preocuparse por sus contrarios, donde ya otras atenuantes, ocuparán sus mentes.


Existe un dolor profundo en aquellos que apuestan sus fortunas, cual si fuera una lotería, en alcanzar el poder al final del certamen.


Aunque resulte paradójico, los que han ganado sienten que pueden ser sustituidos por otros de sus propias filas partidarias  o aquellos que se adhirieron buscando intereses personales o institucionales, esto  provoca una sensación de pesadez y de tristeza, al  pensar que puedan ser  desplazados, como en la mayoría de las veces así sucede.


En ocasiones el grado de agresividad se ve aumentado, por la “vergüenza” de no alcanzar metas ya sea en ganadores y perdedores, traduciéndose esto en un esconderse de la realidad. Esto último se ve con más énfasis en poblaciones pequeñas, donde todo el mundo se conoce, y sabe de las actividades del vecino o el compueblano.


Estos acontecimientos provocan un aumento de sustancias como las  catecolaminas a nivel corporal,  que tras un acaloramiento, se traduce con una depresión sistémica que puede ser temporal pero en ocasiones se pueden convertir en crónica.


Es aconsejable en estos casos, que los perdedores hagan comparaciones que más que frustración compense la parte positiva del hecho de participar en una competencia, donde se saque el mejor de los resultados a su favor a la participación y pensar que el mundo no  termina por participar en un certamen.


A los ganadores  que su felicidad por haber logrado el triunfo, no les nuble las mentes pensando que todo les pertenece,  y  piensen que  pueden ser sustituidos cuando menos lo esperen. ¡Puede pasar que vayan por lana y resulten trasquilados!


En cualquier momento los ganadores se verán como insustituibles, aunque en la práctica sea otra.


Por eso, aunque la meta no sea esa, pensar que tantos los que ganan como los que pierden definitivamente sufrirán una “depresión post electoral”.


El autor es médico escritor y profesor universitario

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