Por Dr. Pedro Mendoza
Los cinco grandes negocios del mundo de hoy son el tráfico de armas, el de narcóticos, la prostitución, la pornografía y el juego. Y aunque a usted le parezca extraña la coincidencia, esos cinco grandes negocios florecen, fundamentalmente, porque millones de personas sufren de una crónica falta de higiene mental.
O sea, que de la misma manera que la mala higiene personal guarda una estrecha relación con enfermedades orgánicas como la tuberculosis, la sarna, el mal aliento y otras dolencias físicas, también millones de individuos a causa de su mala higiene mental llegan a sufrir dolorosos trastornos de conducta, de perturbaciones terribles de su vida afectiva y de una manifiesta incapacidad para el logro de una vida productiva y autoafirmativa que evite anomalías mentales como el cambio de ánimo, la tendencia a la delincuencia criminal o a la inobservancia de las normativas predominantes en la sociedad, así como la evitación de neurosis, conductas disruptivas y toxicomanías.
Por lo tanto, una buena higiene mental nos ayuda a desarrollar una buena capacidad de juicio, nos permite encontrarnos con nosotros mismos en los momentos de duda dándonos la fortaleza necesaria para vencer las vacilaciones, además de protegernos de los derrumbamientos psicológicos que a menudo hacen trizas de la vida emocional de muchas personas, hasta el colmo de llevarlas a la frontera del delito común, al crimen sofisticado como el financiero y el de soborno, del crimen organizado y hasta a la conjura para un asesinato por encargo.
Pero la parte más beneficiosa de contar con una excelente higiene mental es que nos ayuda a darnos cuenta de que cada acto o acción que llevemos a cabo en nuestras vidas requiere un tiempo largo o corto, dependiendo de su importancia, alcance o magnitud. Si usted pretende comer mangos maduros para saciar su hambre en tiempo de cosecha normal de esa fruta, tal vez le lleve solo 15 minutos hallar una mata “preñá de mangos” en varios barrios de Santiago, pero si lo que pretende es hallar oro, entonces necesitará varios años de estudio y análisis de algún terreno que pudiera tener una veta aurífera, además de que tendrá que buscar el apoyo de inversionistas y de banqueros que financien su proyecto minero.
No pocos creen que no hay razón para que desarrollar un proyecto que busca oro mineral se lleve un tiempo mucho más largo que conseguir mangos maduritos en alguna mata. Creer cosas tan erróneas como esas es lo que conduce a tanta gente a negociar o traficar con drogas, con armas de fuego y prostitución, y a darle al oprobioso y miserable negocio de la pornografía, una categoría de empresa lícita, bienhechora, divertida y hasta de connotación artística.
La llegada a nuestro país de la pandemia del COVID-19, nos ha obligado a permanecer semanas enteras en nuestros hogares. Llevar dos meses en cuarentena y restringidas las posibilidades de desplazamiento fuera de casa, nos ha permitido observar el grado o cantidad de higiene mental que poseen millones de ciudadanos. Y si se toma en cuenta los miles de insultos, infamias, rastrerías, habladurías, canalladas, insolencias, fabulaciones, atribuciones y noticias falsas que se publican en los medios de comunicación y en las llamadas redes sociales contra otros ciudadanos a los que somos hostiles, hay que concluir que somos una sociedad con una moral tan bajita como la del coronavirus que nos azota.
Solo en una sociedad neurótica puede darse el pernicioso caso de que cientos de individuos pretendan diluir su aburrimiento y falta absoluta de higiene mental difundiendo noticias falsas en medio de una epidemia cuyo contagio y muerte espanta y horroriza a toda la población. Solo en una sociedad neurótica ocurre, que la cantidad de higiene mental de sus miembros es tan exigua que estos se vengan de aquellos otros ciudadanos que toman como sus enemigos políticos o enemigos socioeconómicos, insultándolos o acusándolos de acciones infamantes de todo género de manera pública aunque solapada.
Por las miles de fotografías que a usted le llegan y que se difunden vía videochat y webcam sin que usted las solicite a sus poseedores, ya usted puede tener una idea muy aproximada del nivel de difusión y uso con fines no santo que ha alcanzado la pornografía en nuestro país en estos tenebrosos días de epidemia.
Solo aquellos que no sienten interés por el logro de una salud mental plena, son capaces de idolatrar y sentir simpatías por una pornografía descarnada y sensacionalista.
Una buena higiene mental empieza por disfrutar largamente las experiencias vitales, por el uso sano y apropiado del tiempo y del dinero y por la práctica de acciones responsables y productivas.
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