Por Juandy Gómez
Nadie puede negar que al escuchar nombres como el de Jesús de Nazaret, Alejandro Magno, Mahatma Gandhi o Martin Luther King, tan solo para mencionar algunos personajes, de que fueron hombres que dejaron un legado a la humanidad que continúa a pesar de su muerte.
Aun en la actualidad tenemos la satisfacción de saber que existen hombres y mujeres que destacan por su calidad humana y profesional, porque han plantado la semilla del conocimiento que se ha desarrollado en mentes jóvenes y los han puesto a pensar en nuevas direcciones.
Si aplicamos ese criterio para describir la trascendencia humana, definitivamente hay que aplicarla a dos queridos amigos: La profesora Dolly y el Dr. Frank Espino.
En cierta ocasión el Dr. Espino me contó que perdió la cuenta de los estudiantes que se han graduado de médicos y que recibieron sus enseñanzas en estos treinta y tantos años impartiendo clase en la PUCMM.
Pero la profesora Dolly no se queda atrás. Tiene más de 40 años dando clases, tanto en el sector público como en el privado. Actualmente es catedrática en la Universidad Nacional Evangélica (UNEV).
Decenas de estudiantes universitarios agradecen el apoyo, no solo en lo profesional, sino en lo personal, pues estos dos seres humanos brindan un aporte que muchas veces pasa la línea de lo académico y trasciende hasta lo maternal o paternal.
Tanto Dolly como Espino son un gran ejemplo a imitar en una sociedad donde la juventud ve el trabajo como una carga y las responsabilidades como una desgracia. La edad no ha sido impedimento para continuar con ahínco el magisterio que viven y disfrutan con vocación.
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