¿Mujeres y hombres iguales ante la medicina? No, estas son las 6 principales agresiones a la salud de la mujer

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Unnamed   2021 03 08T122720



EUROPA PRESS, MADRID.- Las mujeres son invisibles para la ciencia médica, principalmente androcentrista. No se tiene en cuenta muchas veces que los síntomas de problemas cardíacos en las mujeres, por ejemplo, difieren de los de los hombres, por lo que a día de hoy todavía es necesario investigar en qué apartados y cómo se ha conseguido invisibilizar a las mujeres o sesgar su aproximación diagnóstica y terapéutica.


Así lo defiende, coincidiendo este lunes con el Día Internacional de la Mujer, Carme Valls, médica especialista en Endocrinología, pero sobre todo un referente en medicina con perspectiva de género, durante una entrevista con Infosalus, en la que recuerda su reivindicación más importante: la inclusión de las diferencias entre hombres y mujeres en el diseño y en los análisis de estudios sobre las patologías y los tratamientos.


Valls ha publicado 'Mujeres invisibles para la Medicina' (Capitan Swing), un manual con el que pretende reflejar esta problemática de la medicina actual, justificada según explica en que la ciencia médica nace de la concentración de pacientes en los hospitales, donde se atiende fundamentalmente a hombres, y se empezó a acumular la información para construir el cuerpo científico y los diagnósticos de enfermedades, así como a comprobar la evolución de los tratamientos.


"La mayor parte de hospitales atienden sobre todo patología masculina, si exceptuamos la relacionada con el parto y la atención posparto, predominantemente enfermedades agudas como neumonías, infartos de miocardio o úlceras de estómago, que tienen un predominio de incidencia de sexo masculino", agrega tras más de 30 años trabajando por una mayor visibilidad de las mujeres en el campo de la Medicina.


Por lo tanto, incide en que buena parte de la ciencia se ha basado en la acumulación de datos centrados en el sexo masculino. Además, dice que se partía de la base de que al estudiar al varón se estudiaba también a la mujer, y por tanto se consideraba que hombres y mujeres eran iguales para la ciencia biomédica, dando por hecho que estudiar a uno de los sexos ya permitía actuar sobre el otro; cosa que no es cierta.


Entre otros, refleja que un primer grado de invisibilidad de la mujer en este campo es la exclusión sistemática de las mismas como sujetos de los ensayos clínicos y como componente de las muestras de estudio, pero un segundo, los estereotipos de género en la salud.


"El género tendrá una profunda influencia en las experiencias vitales y esto no se limita solo a las diferencias cromosómicas. Se trata de una categoría social cuyas características resultan del acceso controlado socialmente a los recursos y oportunidades, y vienen determinadas por las actitudes, las conductas y los valores", recalca Valls.


PROBLEMAS DE GÉNERO QUE PUEDEN INFLUIR EN LA SALUD


Esta médica dirige el programa 'Mujer, salud, y calidad de vida' en el Centro de Análisis y Programas sanitarios (CAPS), una ONG cuyo trabajo se centra en poner en evidencia las diferencias de género que persisten a día de hoy en la salud y en los servicios sanitarios. Como ejemplo de problemas de género que pueden influir en la salud cita a la violencia de género, que produce graves daños psicológicos y físicos, que se traducen en problemas de salud en el corto y largo plazo. "Esta violencia ha permanecido muchas veces invisible y no se ha hecho el esfuerzo de estudiar sus implicaciones en la salud de mujeres y de hombres", apostilla.


Por otro lado, indica que existe el impacto del papel de las cuidadoras que han desarrollado las mujeres, el cual responde a un formato socialmente determinado que ha establecido que casi el 75% de los cuidados no remunerados en el hogar sean proporcionados por los parientes próximos, en su mayor parte mujeres, con gran impacto en su carrera profesional. "Más de la mitad de las mujeres cuidadoras tienen problemas de salud y casi un tercio de ellas entran en su etapa de envejecimiento con serios problemas financieros", sostiene la experta en medicina de género.


Una segunda desviación por género implica a su juicio el que las mujeres reclamen más asistencia 

sanitaria y pidan más atención a su sintomatología: "El hecho de que masivamente pidan ayuda en los centros de atención primaria conduce a una mayor prescripción de tranquilizantes y sedantes en primera visita, sin realizar ninguna prueba diagnóstica. Este sesgo de género en la atención y en la asistencia no tiene ninguna explicación científica, y debe ser estudiado desde el punto de vista de los estereotipos de género, que atribuyen a las mujeres muchos más problemas psicosomáticos y psicológicos, sin tomar en cuenta las bases sociales y culturales de sus demandas".


Otro problema que implica relaciones de género, según desgrana la autora, es el hecho de que los bajos niveles de empleo, de renta, de trabajo y de recursos que presentan las mujeres condicione indirectamente problemas de salud, ya sea porque tienen poco tiempo disponible para el cuidado de ellas mismas o porque esto conduce a una diferencia en la presentación de síntomas, en la percepción de los mismos, y en la negociación del tratamiento con los médicos. "Cuando la sintomatología que se presenta es muy abigarrada y los recursos escasos existen muchos límites para exponer estos problemas en el acto médico, lo que genera invisibilidades por falta de valoración de los propios síntomas", añade.


LAS PRINCIPALES AGRESIONES A LA SALUD DE LA MUJER


Con ello, Carme Valls enumera cuáles son las principales agresiones que actualmente se efectúan sobre la salud de las mujeres: la salud mental, la distorsión del propio cuerpo, la violencia invisible, la sexualidad invisible bajo siete velos, la maternidad excluida con riesgos invisibles, dar vida a los años, así como el envejecimiento medicalizado.


Salud mental. Cualquier atribución a cualquier síntoma que presenten se atribuyen a que es un problema de salud mental que debe medicalizarse. Tener ansiedad o tener angustia, por la vida que tenemos que llevar en una sociedad androcéntrica debería ser permitido, pero no tratarse con psicofármacos. El problema de la salud mental es que cualquier problema que se pueda presentar, en lugar de diagnosticarlo bien, se trata como una enfermedad mental y la salud es otra cosa, es agredida por condiciones de vida trabajo, por la valoración que se hace de la vida de las mujeres, porque no pueden ascender en sus carreras profesionales, por ejemplo.


Distorsión del propio cuerpo: la imagen que nos imponen hacerla depender de la mirada ajena, que siempre es masculina, qué hacer para gustarle al otro y no para encontrarnos bien.


Violencia invisible: hay violencias psicológicas, violencias muy sutiles, que son destrucciones lentas en las relaciones de pareja, por ejemplo, donde se las desprecia o no se las tiene en cuenta, se les impide la relación con otros amigos, de trabajo incluso. En el libro tienes unas preguntas para identificar si tu te crees que estás sometida a esa violencia.


Sexualidad invisible, la sexualidad de la mujer envuelta en 7 velos porque siempre se ha querido ver ésta como un espejo de la del hombre y se han visto que ni orgasmos ni forma de llegar a ellos, ni tampoco de la fisiología de la mujer son iguales. No se ha podido hacer un viagra femenino, por ejemplo.


La maternidad se podría decir que para muchas mujeres es su motivo de vida. Pero también ha sido excluida para muchas mujeres que no se la han podido plantear por sus vidas. Además, hay que tener en cuenta que no se es menos mujer por no ser madre, y muchas mujeres esto lo viven mal, así como el haber sido madres y estar atadas a una relación que no les permiten desarrollar su propia vida.


En la parte de envejecimiento, Valls lamenta que éste no se ve como otra etapa de la vida donde no dependes tanto del trabajo o del cuidado sino de la capacidad vital en cada momento. Critica también el hecho de que se aparque la sabiduría de los mayores, así como la reclusión de las mujeres en las residencias.


Aquí cree que se ha de replantear otra forma de envejecer y que no se le aparque en una residencia y pueda seguir participando en la vida. Si se puede, que la mujer pueda estar en su casa atendida, mejorar los servicios a domicilio para que no tengan que salir de su entorno personal, de sus libros, de lo que ha formado parte de sus vidas, y si pueden envejezcan con su entorno a lo largo de la vida y no llevarles a unas residencias con personas que no conocen. Si no es imprescindible, mejor envejecer en tu entorno.

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