Por Gene Emery
NUEVA YORK, EE.UU. / REUTERS HEALTH.—El antihipertensivo prazosina, que se indica para aliviar los síntomas del trastorno por estrés postraumático (TEPT), no logró reducir las pesadillas ni mejorar la calidad del sueño en un ensayo clínico con 304 veteranos de 13 centros médicos de Asuntos del Veterano.
A las 10 semanas de tratamiento con el genérico, que cuesta cinco centavos de dólar por píldora, no hubo una reducción significativa de las pesadillas recurrentes ni se facilitó el sueño versus placebo.
A las 16 semanas, aun después de que los médicos pudieran sumar otros tratamientos, no había diferencia entre los grupos.
El estudio PACT halló una disminución de la frecuencia de pensamientos suicidas nuevos o más graves en los usuarios de prazosina (15 por ciento con placebo y 8 por ciento con el fármaco). Aun así, la tendencia surgió al analizar los efectos adversos; la ideación suicida no fue un resultado primario y la cantidad de casos era pequeña.
A los especialistas en TEPT familiar les sorprendieron los resultados, según comentó el autor principal, doctor Murray Raskind. También es posible que el fármaco ayude a algunos veteranos con TEPT más grave que tengan pesadillas y despertares nocturnos. Ese grupo quedó excluido del estudio por motivos de seguridad. En la pesadilla común, la persona no se puede mover.
Para Raskind, los resultados deberían desalentar a los médicos a recetar prazosina como una terapia universal y alentarlos a identificar a los veteranos en los que la terapia daría resultado.
Se estima que el 5-10 por ciento de los estadounidenses padece TEPT, con tasas mucho más altas en los veteranos y los soldados en servicio activo. Las manifestaciones varían, pero las pesadillas y los problemas para dormir suelen ser las características más graves.
"El resultado de este ensayo clínico grande, multicéntrico, para replicar estudios previos sorprende y es desalentador", dijo el doctor Kerry Ressler, del Hospital McLean, Belmont, Massachusetts, en un editorial sobre el artículo publicado en The New England Journal of Medicine.
FUENTE: The New England Journal of Medicine, online 7 de febrero del 2018
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