Trastornos delirantes: una apariencia normal

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Por: José Miguel Gómez


Desde la psiquiatría se puede evaluar la condición de la personalidad, la psicopatología y los trastornos disfuncionales que van deteriorando a una persona, tanto en las relaciones interpersonales como maritales, sociales y laborales. 


Cientos de adultos después de los 40 o 50 años, pueden presentar alteraciones conductuales y actitudes pleitistas, de confrontación, agresividad o irritabilidad producto de pensamientos o ideas delirantes. Esa idea delirante puede ser de persecución, donde la persona siente que le difaman, hablan de él, o tienen la convicción de ser víctima de una trama, conspiración y complot, que compromete a los vecinos, compañeros de trabajo, pareja o familiares, donde sienten que están contra él. Debido a la alteración en sus pensamientos, y su sistema de creencia reforzado que le hacen creer que es cierto lo que le está pasando. 


El paciente paranoico tiende a ser desconfiado o asumir una conducta de suspicacia, alejarse o aislarse de los demás; pero también, a darle una connotación diferente de lo que escucha o percibe, debido a las distorsiones y proyección que hace del entorno, de lo que acontece, y de lo que pasa a su alrededor. 


Las circunstancias y acontecimientos se dan en la realidad, pero el paranoico hace interpretaciones erróneas y toma acciones hostiles, conflictivas o de agresión, debido al significado personal con que cree de forma cierta lo que sucede en su vida. 


En diferentes ocasiones puede que la pareja, compañeros, familiares, vecinos o amigos, quieran demostrar que no hay persecución, daño o ningún plan, pero el paciente con el trastorno paranoide no sabe discriminar o determinar de forma objetiva o racional lo que está sucediendo en su mente. Es decir, la personalidad y el funcionamiento laboral o social puede continuar, y el paciente no nota la alteración, sin embargo, sus respuestas son defensivas, inseguras, confrontativas o evitativas.


Otras alteraciones del trastorno delirante pueden ser los celos delirantes, donde existe una creencia reforzada de que le están siendo infiel, y que hay un triángulo amoroso en el que su pareja participa; esta convicción es sostenida, mantenida y defendida bajo el argumento que solo él o ella sabe cómo se planifica y se realiza la infidelidad. En otras ocasiones se pueden dar los delirios de grandeza, o tener un matiz religioso, donde se cree que Dios le habla o le ha asignado una misión especial. 


De ahí que la persona se haga fanática, o se sienta un ser especial, con conductas que llaman la atención de los demás y de la familia. 


A veces se le hace muy difícil a la pareja, familia y hermanos buscar la ayuda con la persona que padece el trastorno delirante, debido a que el paciente no se siente alterado o que está “loco” o “loca” y que le están estigmatizando con darle pastillas o llevarlo al psiquiatra, argumentando: “sí él trabaja, funciona en la familia, y se relaciona bien con las demás personas”. 


Con el tiempo, en la convivencia marital y familiar, se va originando comportamientos y conductas que la persona con el trastorno paranoide va alterando sus funciones en las diferentes áreas de la vida. En otras circunstancias el paciente puede realizar agresiones o violencia, e incluso homicidio o suicidio debido a la alteración de sus pensamientos, que le ordenan o se siente estresado, depresivo y agotado por no dormir dado a su trastorno.


Es importante que las personas, familias o pareja entiendan que si la persona afectada de un trastorno delirante se niega a medicarse o buscar la ayuda, deben acudir al psiquiatra para plantear soluciones, hasta que el paciente con los delirios pueda aceptar su medicación. Con el tratamiento médico y los psico-fármacos la persona con el trastorno puede funcionar muy bien; realizar una vida normal y funcional, con calidad y calidez de vida.


La psico educación al paciente después de estar controlado es fundamental para que pueda mantener su tratamiento por varios años.


Aquellas personas con un trastorno delirante que no reciben tratamiento alguno, su pronóstico es malo, deteriorándose en su personalidad, en su área psico emocional, afectiva y moral. 





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