“Algunas amistades son eternas”

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Frank Espino


Por Lincoln López

A lo largo de mi existencia, la vida me ha dado incontables satisfacciones. Unas veces similares, otras, distintas, y a veces, ­opuestas. Experiencias dulces y amargas. Algunas con sentido y otras, aparentemente sin él. Muchas de ellas, buenas, y otras lecciones para aprender y especialmente, para aprehenderlas.

De las satisfacciones recibidas, resalto hoy la amistad de muchos amigos (englobo a hombres y mujeres), llegados en distintas épocas y circuns­tancias, por supuesto. Hoy escribo sobre uno en particular, por dos razones: primera, esta semana arribó a los setenta años de edad “sano y salvo”; y, la segunda, porque hemos sido amigos por más de cincuenticinco años.

No tengo la intención de escribir ahora su biografía (tarea inútil en este espacio), más bien es un pretexto para contar y felicitar públicamente, al entrañable amigo Frank (El Dr. Espino, para otros) y para reiterarle mi compromiso eterno de amistad a ese ser declarado legalmente como Francisco Oscar Espino y Torres. El hijo de Nieves y Zenona. Ellos y Juan, tu hermano mayor, viven de nuestros recuerdos.

Frank, el que cruzó más de mil veces el puente Hermanos Patiño desde Bella Vista buscando realizar sus sueños en el centro de la Ciudad Corazón, que no fueron pocos. Me consta. Por ese mismo puente lo crucé al revés, buscando lo míos. Ya para entonces, había quedado atrás aquel memorable año cuando te otorgaron Medalla al Mérito por ser el mejor estudiante de la Escuela República de Colombia.

Empezaba tu ausencia física como maestro en Artes Marciales. Asomaba otra pasión: el teatro, Bellas Artes, la ucamaima y su grupo de teatro, la radio, la televisión. Serenatas, playas…y nuestras teorías políticas contrarias en el parque Duarte. Luego Elsa, tu compañera entró a tu corazón para siempre. Tu internado, tu graduación…y una tarde, empezaste a volar profesionalmente hacia las montañas montados en “La Coqueta”. Y en esa minivan amarilla, estaba yo.

Falta muchísimo por contar: tu vida, el médico, el teatrista, el escritor...Pero como muestra, es suficiente este botón. “Lo que permanece en el recuerdo, nunca muere”, como decían los clásicos. Muy agradecido de ti.

No expondré sobre la paternidad del poema del presente título. Se le atribuye a Pablo Neruda pero creo en el contenido de sus versos: “Algunas amistades son eternas”…y entre ellas, estás tú, Frank Espino.

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