Biografías de profesores médicos: Doctor Juan E. Kunhardt Oleaga

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Por Dr. Frank Espino

Sobre este médico, tuve la oportunidad de tratarle muy de cerca cuando fui interno de medicina de la PUCMM, de la segunda promoción, entre los meses de junio a julio de 1980. (muy calurosos, por cierto) 


Hay unos datos muy interesantes que escribió el Doctor Julio Rodríguez Grullón y que hace referencia al colega amigo historiador Herbert Stern. Cito: “El Dr. Juan Enrique Kunhardt Oleaga (1918-2006) nació en San Fco. de Macorís, llegó a Montecristi en 1945, poco después de graduarse de médico en la Universidad de Santo Domingo (actual UASD). El doctor Kunhardt ingresó a la universidad en 1937 y se graduó en 1942. Laboró como médico sanitario en Samaná y luego fue trasladado a Elías Piña, donde ocupó el cargo de director interino del hospital Elías Piña. Desde allí vino a Montecristi, a ocupar transitoriamente la dirección del hospital y terminó hasta su muerte, 61 años después”.


El Dr. Kunhardt, “papa cunjar” como lo denominaban algunos pacientes, era un “Patriarca”, de la medicina. No por su gran academia, sino por su señoría o su experiencia en ejercicio.


¡Su figura inspiraba respeto! Tenía el aspecto de un alemán: blanco, esbelto, alto. Pese a su edad en ese momento, mostró un dominio total del hospital al que se dirigía.


Varias anécdotas me hacen recordarlo con mucho aprecio. 


En una ocasión, estando yo de servicio en emergencia, nos refirió a un señor con diagnóstico: ¡Eclampsia! Sorprendido por dicho diagnóstico le llame a su consulta privada el porqué del ingreso.


Me dijo: ¿Interno Espino, que caracteriza una eclampsia? Le contesté: ¡Las convulsiones Dr! Eso es lo que tiene el señor: epiléptico. Conclusión: ¡Fue ingresado como paciente masculino con epilepsia! (es posible un desliz diagnóstico inicial del maestro).


Muchos pacientes eran ingresados para que le dieran alimentos, pues estaban pasando hambre, según el Director.


En una oportunidad, vi un paciente, triste, arrodillado y orando. ¿Qué le pasa amigo? “Me voy a morir” - me dijo- pero ¿Por qué? Le pregunté. Pues el Dr. Le había dicho que si no comía su muerte estaba cerca. ¡Así, creían los pacientes sobre este médico que ellos consideraban un “Dios en Montecristi” y hasta de otras regiones del país!.


Entre los recuerdos que puedo tener del Dr. Juan E. Kunhardt fueron muchos, pues en sala de cirugía disponía de tres lavados de manos, en unas “poncheras” con una técnica aséptica que solo él preparaba, por cierto nunca vi una infección post operatoria. . 


En un homenaje que se le hizo a él y muchos profesores en el Hotel Santiago Real de Santiago, expresó: “Los médicos internos de la PUCMM me hicieron actualizarme pues tuve que leer mucho para seguirles y poder corregirles”. ¡Estas expresiones son propias de un maestro!


No lo van a creer, el “hospital del doctor Kunhardt”, como decían los pacientes era uno de los pocos hospitales que en los años 80's tenía fluoroscopia, me consta, pues ni el Cabral y Báez lo más moderno de la región en esa época , disponía. Por eso su fama, de “ponerme los rayos de Kunhardt”.


El Dr. Julio Rodríguez Grullón señala: “Era un médico clínico sagaz, hacía diagnósticos certeros con poca ayuda del laboratorio y ni hablar de su habilidad quirúrgica. Con un equipo de anestesia Ombredanne, usando éter de anestésico y con dos sets quirúrgicos de esa época, Kunhardt realizó apendicectomías, colecistectomías, histerectomías, prostatectomías, cesáreas, reducción de fracturas óseas y luego les ponía yeso.” Termina la cita.


García Tatis escribió: “Con inquietudes y curiosidades por la ciencia y la mecánica, cuando fue presidente del Ayuntamiento y se dañaba la planta de agua, situada en El Puente, él iba e indicaba cómo repararla. También reparaba el reloj del Ayuntamiento. Llegó a ser gobernador durante uno de los gobiernos de Joaquín Balaguer” .


Conocí de él que ese hospital de Montecristi, Trujillo lo construyó con un pensamiento de "hospital militar", pensando en un ataque de Haití. Por eso era un hospital muy cerrado con unas aberturas para colocar fusiles en sus paredes laterales, y sobre todo con rampas, que iban directamente a salas de cirugías.  


El Doctor Juan E. Kunhardt Oleaga falleció en el 2006 tras una vida de servicios integrables a la comunidad, tanto como ciudadano como médico. 

El autor es médico escritor y profesor universitario.


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