La dimensión psicológica y social del enfermo de cáncer

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Por Dr. Pedro Mendoza


En Psicología de la Salud se engloban todos los cambios emocionales y sociales que ocurren en cualquier enfermedad, aunque básicamente los tratamientos de psicoterapia van dirigidos hacia aquellos pacientes con enfermedades crónicas o degenerativas que el común de la población habitualmente asocia con dolor y sufrimiento, entre ellas, la insuficiencia cardiaca o renal de grado avanzado, Alzhéimer, cirrosis hepática, cáncer, enfisema pulmonar, Parkinson, esquizofrenia y depresión mayor. 


Hace poco, uno de los anfitriones de un popular programa de entrevistas difundido por el canal 25 de esta ciudad, me preguntó el motivo por el cual la gente, en sentido general, cuando le diagnostican un tumor canceroso, le sobrecoge de inmediato una incalculable sensación de que su fin está cerca, tanto así, que no pocos comienzan como un ritual de preparación para los días finales de la vida. Los familiares más cercanos lloran, se lamentan y hasta hacen imprecaciones sobre la supuesta mala suerte que le acaba de caer encima a esa familia en particular. Dado que el cáncer es la enfermedad que más asusta a un enfermo y a las personas que lo aman, detallaré y aclararé algunos de sus aspectos por los cuales muchos avizoran dolor y sufrimiento aun antes del diagnóstico y el tratamiento.

Solo mencionaré sucintamente esos motivos y luego me limitaré a exponer las cosas que más temen los enfermos, hombres o mujeres, de acuerdo a la dimensión de sus vidas a las que ellos le otorgan mayor interés en conservar por el gran significado emocional que le atribuyen, y por qué ese temor genera ansiedad extrema, depresión y a veces hasta indignación o encono en los pacientes.

El cáncer es tan viejo como el paludismo y desde los tiempos antediluvianos viene atacando a humanos y a otros animales. Desde mediados de la década del 1830 se diagnostica, y su tratamiento mediante cirugía inicialmente tuvo un pobre resultado, pues cuando el tumor era descubierto por el médico casi siempre estaba en una etapa avanzadísima, por lo que la supervivencia era de muy poco tiempo. Fue esa reducida supervivencia la que indujo a la creencia generalizada de que el cáncer era una enfermedad fatal puesto que hacia miserable la vida física y emocional del enfermo y lo mataba en pocos días o semanas.

Sin embargo, hoy ese pronóstico no es tan amargo y sombrío para la mayoría de enfermos cuyo tumor puede ser sometido a cirugía y posteriormente a tratamientos médicos eficaces. A medida que han ido apareciendo nuevas tecnologías para el diagnóstico precoz y el tratamiento quirúrgico, también como una especie de buena suerte, se descubrieron tratamientos efectivos aunque son costosísimos.

Por ejemplo, Cuando en 1895 Roentgen descubrió los rayos X y María Cury la radiactividad (y el radio) en 1898, al año siguiente comenzó a emplearse la radioterapia como tratamiento contra el cáncer.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1946), los doctores Goodman y Gilman demostraron que el gas mostaza (hoy usado como arma química), era efectivo en ratones y humanos con un tipo de cáncer llamado Linfoma no Hodgking. Y a partir de ese momento comenzó la humanidad a usar un derivado del gas mostaza llamado “mustina”, que inició la quimioterapia para el tratamiento del cáncer. Y desde el 2005, ya es frecuente el uso de sustancias biológicas producidas por el mismo cuerpo humano pero que son modificadas científicamente en los laboratorios y que inyectadas a los pacientes estimulan su sistema natural de defensa contra las células malignas matándolas o impidiendo su multiplicación.

Así nació la inmunoterapia tan en boga actualmente al usarse combinada con radio y quimioterapia contra varios tipos de cáncer. Muchas formas de cáncer se curan definitivamente y aquellos que se descubren sin diseminación a órganos vitales o distantes, aquellos que apenas invaden ganglios cercanos, pues tras una cirugía exitosa, la aplicación de quimioterapia, radio e inmunoterapia ha traído resultados encomiables.
Pero ¿cuáles han sido los mayores inconvenientes que ha acarreado el cáncer para los enfermos que se someten a radio y quimioterapia? Pues que a pesar de la psicoterapia oncológica, los resultados medidos sobre la adaptación social, psicológica y sexual de los pacientes no han sido los más halagüeños.

Los pacientes más estudiados y seguidos por los terapeutas son los de cáncer de mama y los de próstata. La mujer centra gran parte de su atractivo físico en su busto, y la geometría y firmeza de sus pechos los usa como una flor luminosa para atraer abejas, los hombres. Los hombres creemos que nuestra existencia física y buen estado emocional dependen solo de nuestro vigor sexual, y como después de una cirugía prostática por un cáncer seguida de quimioterapia, frecuentemente el paciente queda con disfunción eréctil, pues la esposa y el paciente se llenan de un pesimismo de tal magnitud, que su vida sexual queda “como lo que el viento se llevó.”

La mujer que sufrió una mastectomía, cada vez que ve su cicatriz cree que es menos de un tercio de la mujer que fue, y por más que el terapeuta intenta convencer al marido que ella puede tener relaciones sexuales como antes, es común que él considere que “ya el carnaval de su mujer pasó” y no se ocupa de las necesidades sexuales y psicológicas de ella. Señores, a pesar de que la quimio y radioterapia podrían disminuir la libido en la mujer y crear disfunción eréctil en el hombre, sin embargo, si una y otro se adaptan bien a esa pequeña dificultad, ésta no le impide llevar una vida sexual, social y emocional prácticamente normal, independientemente del tipo de cáncer que padezcan.

El autor es terapeuta familiar
Centro Médico Cibao-Utesa 

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