Abandonados: el triste final de los cadáveres en hospitales que nadie reclama

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Por Samuel Tapia /acento.com.do.







SANTO DOMINGO, República Dominicana.- A Fabio Augusto Peña Domínguez nadie lo reclamó. Después de 54 días ingresado en el hospital Ney Arias Lora, abandonado por sus familiares, las pocas fuerzas que le hacían compañía para lo básico, también le dejaron. Expiró en soledad y sus restos fueron sepultados en silencio.


Llegó a la emergencia del hospital a mediados de mayo, por lesiones en sus miembros inferiores y úlceras. Allí lo dejaron. Su condición se agravó, lo que obligó al centro a colocarle ventilación mecánica, hasta que el 24 de julio, su corazón se detuvo.


Aunque asegura desconocer las razones del abandono, Candy Almanzar Núñez, gerente de anatomía patológica del Hospital Traumatológico Dr. Ney Arias Lora, afirma que el departamento de Servicios Sociales pudo contactar a los familiares de Fabio Augusto, pero rechazaron hacerse cargo de su pariente.


“El paciente duró aquí (ingresado) más de tres meses. Falleció solo, sin acompañantes de su familia”, recuenta sobre los últimos días de don Fabio Augusto. “Luego el hospital tuvo que asumir el entierro”.


Las razones del abandono son diversas, explica Almanzar Núñez. Puede ocurrir con personas que no tuvieron hijos – como Fabio – o cuando los pacientes no tienen familiares en el país o no cultivaron relaciones sociales. También puede ocurrir por situaciones económicas desfavorables, en las que la familia teme hacer frente a una cuenta de hospital y o posee los recursos para los servicios funerarios.


En ese sentido, indica que en multiples ocasiones, Servicios Sociales ha exonerado “cuentas gigantescas” porque las familias no puedan costearla y agrega que ningún hospital debe retener el cuerpo de una persona fallecida por factores económicos.


Sin embargo, esto no libra a los centros de acusaciones de esa índole. En febrero de 2012, el hospital Plaza de la Salud fue acusado de retener el cadáver del repostero Freddy Mateo Lebrón, quien murió luego de tres meses de internamiento en el centro médico.


Mateo Lebrón fue ingresado en la Plaza de la Salud luego de haber sufrido un accidente en una motocicleta, en noviembre del 2011. Desde entonces se mantuvo en la unidad de cuidados intensivos.


Los familiares del repostero de 38 años denunciaron que el centro le exigía la firma de un contrato donde ponían en garantía sus muebles e inmuebles.


No obstante, la administración de la Plaza de la Salud negó que se estuviera reteniendo el cuerpo y explicó que se requería la firma de un documento donde reconocían la deuda contraída, que ascendió a un total de 3.5 millones de pesos, de los cuales el seguro cubrió un millón.


El hospital afirmó que el documento en el que se reconocía la deuda era requerido para fines de auditoría externa e interna. El hospital condonó la deuda.


“Lo importante es que no se retenga jamás un fallecido porque la familia no puede pagar una cuenta. Es una cuestión de humanidad y de humanización de los servicios. Falleció la persona, lo de la cuenta se resuelve después… pero se respeta el duelo del familiar, el derecho de preparar un servicio funerario, a velar a su pariente y a despedirlo”, reitera la especialista.


Aunque el Hospital Traumatológico Doctor Ney Arias Lora es uno de los principales centros de salud en Santo Domingo, la cantidad de pacientes no reclamados por sus familiares al morir es reducida (un paciente en los siete años que lleva funcionando el centro).


Esto se debe, según Almanzar Núñez, a que el hospital es una institución especializada en traumatología, ortopedia, neurocirugía y cirugía general, siendo más frecuente el abandono de pacientes en hospitales donde hay medicina interna, algo a lo que no está orientado el Ney Arias, ya que se trata de un servicio de apoyo logístico de los casos que reciben. El abandono ocurre casi siempre con personas envejecientes.


Empero, además del lado humano, resalta que se trata de una situación económica que afecta los hospitales, ya que se trata de un gasto para los centros médicos, costeando no solo el gasto en materia de salud, sino también del enterramiento. Esto puede convertirse en un “quebradero de cabeza” en hospitales con menores recursos, en especial en aquellos que ofrecen servicios de internamiento.



“Entiérrenlo ustedes”


Clarence Veras, publirrelacionista del Hospital Docente Universitario Dr. Darío Contreras, sostiene que para el centro se trata de una situación difícil.


En promedio, la cantidad de pacientes que murieron en el hospital y que no fueron reclamados en 2017, fue de 5 y 6 pacientes al mes, es decir, entre 60 y 72 pacientes al concluir el año. Esto significó un costo por enterramiento es de unos 5 mil pesos, es decir, entre 300 mil y 360 mil pesos al año.


Son pacientes, indica Veras, que llegan a través de personas individuales o del sistema de emergencias 9-1-1, muchos de ellos sin documentos. Agrega que aunque casi en su totalidad se logra localizar a los parientes, tropiezan con dificultades, la más común, el rechazo a asumir la asistencia del internado. Las causas son varias, pero la fundamental es el factor económico.


“Hay familias que vienen, y ven el cadáver ahí y dicen entiérrenlo ustedes que nosotros no tenemos como enterrarlo”, dice el funcionario del hospital.


En centros como el Hospital Materno-Infantil San Lorenzo de Los Mina, los números son más dramáticos.


Según datos aportados por la administración, de 7,462 partos – 4,107 vía vaginal y 3,555 por cesárea -, hubo un total de 322 fallecimientos de infantes, de los cuales 159 fueron antes y durante el parto, y 163 después del parto.


De esta cifra, los cadáveres de 256 niños no fueron reclamados por sus familiares, una cantidad equivalente al 80 %. Esto le generó al hospital un gasto de unos 300 mil pesos.


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Protocolo


En cada uno de los centros, el protocolo a seguir es muy similar: los cuerpos se conservan en las morgues por espacio de 3 a 15 días, con la finalidad de dar a los familiares un plazo prudente para reclamar sus seres queridos, antes del proceso de inhumación.


En la Maternidad San Lorenzo de Los Mina, después de que el cadáver es retirado de la habitación, el cuerpo del infante se deposita en el cuarto frío del centro por aproximadamente 10 días con el propósito de esperar a que los padres los identifiquen y decidan llevárselo. Los que no son reclamados, son sepultados por el hospital en el cementerio Cristo Salvador.


Al igual que en el Hospital Traumatológico Dr. Ney Arias Lora, en el Darío Contreras, al morir un paciente no reclamado, en el centro se realiza una descripción de los detalles físicos del fallecido, lo cual se anexa al expediente, junto con una fotografía. De esa forma, en caso de que fuese reclamado un paciente en el futuro, se podría ofrecer información a los deudos sobre el lugar del enterramiento.


En el Ney Arias, el tiempo ideal antes del entierro de un paciente no reclamado es de tres a cinco días en la morgue. En el Darío Contreras, puede extenderse hasta los 15 días.


Para la sepultura de los pacientes no reclamados, los hospitales solicitan el apoyo de los ayuntamientos en los diferentes municipios en los que se encuentran, los cuales facilitan espacios en los cementerios bajo su administración, a un costo menor.


Mas cuando llega un paciente sin identificación a los hospitales, bien sea por accidente, heridos en asaltos u otra forma violenta, la ley dominicana establece que debe hacerse una autopsia médico legal, por lo que son retirados por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).


Previo a esto se realiza una documentación fotográfica así como descrita de todos los datos que puedan llevar a la identificación posterior de la persona.


En esos casos, la responsabilidad del enterramiento queda en la cancha del Inacif: una semana antes de la fecha tentativa de inhumación, se envía el listado de relación de cadáveres ya autopsiados, preservados en el frigorífico, a los encargados de las unidades a la que corresponden dichos cuerpos, a los fines de seleccionar los que serán sepultados.


Las estadísticas del Instituto indican que en el Gran Santo Domingo, durante el 2016 y 2017, se trabajaron respectivamente 79 y 75 casos de desconocidos y personas identificadas no reclamadas, aunque estas fueron la minoría. El costo promedio por caso es de RD$ 40,000.00.


En este, se hace un registro de cada uno de los cadáveres: huellas dactilares, fotografía y características físicas. Luego es enterrado en el Cementerio Los Casabes, en el municipio Santo Domingo Norte, en tumbas casi siempre sin nombre.

A las actas, sin embargo, se les coloca un número para la identificación de cada difunto, en caso de que la vida lleve algún doliente que busque poner fin a su anonimato.


“Es un drama”, afirma Clarence Veras, encargado de Relaciones Públicas del hospital Darío Contreras, sobre el abandono de los pacientes en sus últimos momentos de vida. “Es una parte humana. Cada vez que consigues un familiar de una persona ingresada aquí, motiva a uno a seguir laborando porque es importante. Muchas veces no saben que están en el hospital”.


Candy Almanzar Núñez, gerente de anatomía patológica del Hospital Ney Arias Lora, coincide con Veras.


Más que nada recomienda a las personas no perder el contacto con familiares y amigos, a la vez de recordar que los hospitales tienen el deber de permitir a las personas despedir a sus seres queridos de forma digna.



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