Prevención a tiempo contra abuso infantil

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SANTO DOMINGO/ DIARIO DE SALUD.-- No importa a quién tengamos que sacar de nuestras vidas; la salud y estabilidad emocional de nuestros hijos está por encima de todo eso. Así que es importante explicarles a nuestros hijos y a nuestras hijas las formas en que los agresores tratan de intimidar para que guarden el abuso en secreto. Vamos a enseñarles que nunca deben guardar este tipo de secretos, aunque se lo pidan o les amenacen.


No debemos esperar a que ocurra, sino trabajar en la prevención del abuso sexual a menores, y esto solo se logra si hablamos de él y los instruimos de manera sana y adecuada.


Reacciones de dolor


Es muy doloroso para una madre o un padre enterarse de que su hijo o hija ha sido abusado sexualmente; sin embargo, inmediatamente se sabe esto hay que tomar acción y proteger al menor.


Tomar acción no es victimizar a la víctima, ya eso sucedió, debemos ayudar a empoderar a la víctima, para que salga de ese rol de víctima, y pueda seguir adelante con su vida, y la familia también pueda seguir, dejando atrás y sacando de la vida de esa familia al agresor o agresora, sea este o esta quien sea.


Abramos los ojos, ya que muchas veces los agresores sexuales suelen ser personas muy cercanas, consideradas “normales” y vistas como tal, los cuales van a negar con vehemencia todo hasta el final. Muchas veces solo suelen admitir bajo presión legal, si es que lo admiten. Si ese es el caso, suelen tener muchas justificaciones después de un “perdón, no lo vuelvo a hacer”, “estaba borracho o drogado y no me di cuenta lo que hacía”, entre otras justificaciones. 


Suelen ser muy convincentes, sin embargo, tenemos que tener claro que los niños, si se atreven a contar algo así de grave, no van a mentir.


Nuestro papel como cuidadores primarios es proteger, y solo podemos hacer esto si hablamos sobre esta posibilidad, que es el abuso, por quienes puede ser cometido. Como padres muchas veces cometemos el error de hacer que nuestros hijos obedezcan siempre a los adultos, haciéndoles ver que los adultos siempre saben lo que hacen o siempre hacen lo correcto, y sabemos que esto no es así. Por otro lado, obligamos a nuestros hijos a saludar o besar a todo el mundo, incluyendo extraños, y esto tampoco debe ser así.


Este tipo de conductas en la educación pueden contribuir a que puedan producirse los abusos.


Algunas de las consecuencias vistas en personas que han sido abusadas son:


- Odio al propio cuerpo, sentirse sucia (o).


- Desvalorización personal, pobre autoestima.


- Depresión, fobias, ansiedad y problemas psicosomáticos.


- Problemas de relación con otras personas, social y sexualmente.


- Miedo a la intimidad e incapacidad para poner límites y autoafirmarse.


- Comportamientos autoagresivos como mutilación, cortaduras, quemaduras o golpes e intento de suicidio.


- Abuso de sustancias.


Si sospechamos o descubrimos que un menor o adolescente está siendo abusado:

- Créele, da fiabilidad a sus palabras.


- Hazle saber que no tiene la culpa de lo que le ha ocurrido. El adulto es el responsable.


- Dile que te alegras de que te lo haya contado.


- Transmítele que sientes que le haya pasado esa experiencia y que a otras niñas y niños también les ha ocurrido. Dile que vas a ayudarle y protegerle. Anímale de forma tranquila a que hable de ello y no te muestres enfurecida porque podría sentirse culpable de haberlo contado.


- Si no eres su madre, pídele permiso para hablarlo con ella o para pedir ayuda profesional especializada.


Carmen Virginia Rodríguez, especialista de Psicológicamente



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