Si tu bebé llora, alimentarlo no es siempre la mejor idea

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Por DRA. PERRI KLASS


Alimentar a un bebé hambriento parece ser una de las tareas más elementales de la crianza; sin embargo, desde el inicio, el modo en que cada bebé se alimenta, gana peso y crece es una compleja mezcla de comportamiento y biología entre padres e hijo.


Una parte de la ecuación es saber si el bebé realmente tiene hambre, o si los padres le dan comida ante cualquier señal de molestia. Ian Paul, profesor de Pediatría y de Ciencias de Salud Pública en la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Pensilvania, es uno de los líderes del estudio INSIGHT, una serie de intervenciones que inició en 2011 para observar los efectos de asistir a los padres en el aprendizaje de estrategias de “paternidad responsiva”, que les ayudan a leer las señales de sus bebés. “Mucha gente aconseja a las madres alimentar a sus bebés ‘cuando lo pidan’, pero nunca definen qué significa ‘cuando lo pidan’”, dijo.


En las intervenciones, dijo Paul, los padres aprenden a reconocer el hambre real, pues los bebés hambrientos en efecto necesitan comer, y también aprenden estrategias alternativas para calmar a los bebés que lloran por otras razones. Un bebé que está molesto, pero no realmente hambriento, se calmará si le dan algún líquido dulce que le ocasionará problemas en el futuro, sostuvo el profesor. “Su habilidad normal para regular sus emociones se ve opacada por una recompensa en forma de alimento para que se calme y eso se reflejará más adelante en su vida: cuando esté molesto o deprimido, la comida se convertirá en una herramienta para calmar esas emociones”.


En las intervenciones de prueba, los padres aprenden a tratar de calmar a sus bebés mientras lloran mediante estrategias distintas a la alimentación, como envolverlos en una manta, cambiarlos de posición, ponerles ruido blanco y mecerlos, además de que se les da información sobre cuánto llanto es normal para los bebés según su edad.


Los resultados de las pruebas demuestran que cuando los padres reciben esta capacitación, sus bebés tienen menos probabilidad de presentar sobrepeso para su primer cumpleaños y también duermen mejor que los del grupo de control (en el que los padres recibieron guías sobre seguridad en lugar de instrucciones para la paternidad responsiva). “Los padres y abuelos casi siempre están abiertos a recibir esta información”, dijo Ian Paul, pero no necesariamente se ofrece como parte del buen cuidado habitual del bebé.


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