Instituto de Medicina Tropical y Salud Global (el Sida en UNIBE)

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SANTO DOMINGO/ DIARIO DE SALUD.— La Universidad Iberoamericana (UNIBE) acaba de dar un paso de gran importancia, más bien trascedente, en el propósito de mejorar la salud y promover la equidad en los servicios de salud en la República Dominicana, esto a través de un quehacer científico riguroso que forja políticas y estimula el ejercicio de las profesiones de la salud a partir de evidencias científicas locales y globales.


Se inauguró hace unos días el Instituto de Medicina Tropical y Salud Global (Imtsag), que funcionará en el INDEN (Hospital de la Diabetes). Recibimos la amable invitación de parte de la doctora Aida Mencía Ripley, decana de Investigación de la institución universitaria y ostentamos honrosamente la representación en el acto inaugural del moderno instituto de salud del presidente de la Academia de Ciencias, el Dr. Luis Scheker Ortiz.


Fuimos recibidos muy amablemente por el Dr. Julio Amado Castaños Guzmán, rector de UNIBE, a quien deseamos felicitar calurosamente por su muy buena gestión en dicha rectoría, siendo este instituto un logro más que redundará en beneficio no solo del país, sino de todo el Caribe. Sabemos que las enfermedades del mundo actual son globales y aquellas que son consideradas exclusivamente de los trópicos debido a los cambios en la dinámica ecológica y medioambiental van cambiando su distribución.


Esta precisamente es la razón de ser del instituto: procurar un enfoque global y multidisciplinario del manejo de las condiciones que aquejan a los seres humanos. La ministra de Salud Pública, doctora Altagracia Guzmán, cortó la cinta inaugural.


La solemne inauguración, contó con la presencia del Dr. Jean-Pierre Routy, científico sénior del Programa de Enfermedades Infecciosas y Salud Global de la muy prestigiosa universidad canadiense de McGill, afamado investigador del área del VIH/Sida.

El expositor fue presentado a la selecta audiencia por el Dr. Marcos Núñez, decano de la facultad de Medicina. Se refirió el prestigioso investigador en su exposición al tema del Sida. Deseo compartir con mis amables lectores algunos aspectos de su magistral conferencia.


Empezó con la historia de la enfermedad, señalando que el primer caso reportado fue en 1981, en 1983, se descubrió el virus. Al inteligente expositor hablarnos, me remonté al 1980 al Instituto de Neurología de la Universidad de Londres, donde bajo la tutela del prominente Neurólogo Dr. John Marshall, tratamos un paciente inglés homosexual, tenía una grave toxoplasmosis cerebral y no hallamos en ese momento la explicación para este caso severo (encefalitis).


Debilitado por unas diarreas crónicas; luego de largas discusiones entre los más distinguidos profesores de la neurología británica, murió etiquetado con el diagnóstico de “toxoplasmosis cerebral severa”. En verdad, se trataba del primer caso de neurosida en Inglaterra, confirmado luego post-morten.


Siguiendo con la historia de la enfermedad, en 1984 se logran las pruebas de diagnóstico serológico de la infección. En 1984 se determina que las formas más comunes de infección son por la sangre, intercambios de agujas y la actividad sexual sin protección.


En 1996, se presenta la combinación de la terapia en la conferencia de Vancouver. A partir de 2011, el tratamiento como prevención y en 2016 se logra tratamientos más simples con menos efectos secundarios.


Citó las razones de esperanza que hay en su manejo: el continuo desarrollo del tratamiento y la prevención, el trabajo persistente en procura de la vacuna y el intento de su curación. Señalaba con pesar, que no tenemos hoy la cura y que la mitad de los infectados no tienen acceso al tratamiento.


Somos de opinión que este instituto recién inaugurado tiene la visión de ser líder en la investigación y la docencia en Salud Pública, principalmente sobre las Enfermedades Tropicales, entre las que están: VIH, Papiloma Humano, Arbovirus, etc.



Al terminar el motivante acto y salir a la explanada, estando yo esperando mi chofer, vi salir a la muy estimada doña Altagracia Guzmán Marcelino (la ministra), quien se despidió de mí muy gentilmente, tomó sus llaves y se fue manejando ella su propio vehículo. ¡Muy admirable!, sin parafernalias ni estridencias, ella sigue siendo la sencilla dama que como residente, nos ensenó pediatría hace ya unos “cuantos años”.

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