La atención en el autismo

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La atención, ¿debemos pedirla prestada como una solicitud al niño de su parte, “!PRÉSTENME ATENCIÓN!”, siendo toda la responsabilidad de él y que luego le devolvemos ese préstamo?, ¿o debemos llamar la atención, convocarla, brindando las ayudas necesarias por las cuales el niño sienta motivación y surja la atención?


Los procesos atencionales suelen ser una de las dificultades que mayor consulta traen a terapia. Su enlace con el aprendizaje multiplica las angustias y fantasmas que habitan alrededor del futuro del niño. Desde la perspectiva de los padres con una clara preocupación, que si no presta atención no aprende, y desde el ámbito escolar a veces con la inquietud por no llegar a un contenido pedagógico y otras (más habituales de lo que nos gustaría) por alterar el orden de la clase y dispersar a sus compañeros, impregnando al niño de una carga y valoración negativa de la cual muchas veces es difícil salir.


Julia García Sevilla en su texto expresa sobre las dificultades de atención:


“Los niños que lo manifiestan se caracterizan por ser inquietos, distraídos e impulsivos, suelen tener problemas de relación con los compañeros, mostrarse impacientes, cambiar continuamente de actividad, etc.”


Existe una valoración negativa asociada a estas dificultades descriptas que se entiende repasando el concepto de atención desde una perspectiva socio-cultural, donde encontramos que esta palabra (ATENCIÓN) está asociada no solo a poder mantener su concentración en una actividad, sino que en la definición de “atento” ingresa también aquella persona amable, respetuosa y afectuosa. Por lo cual cuando un chico tiene “dificultades de atención” la valoración negativa recae con el simple hecho de decir la frase, sin conocerlo viene con una mochila cargada de dificultades de aprendizaje, irrespetuoso, inquieto y por ende, se “porta mal”.


A esta perspectiva socio-cultural debemos agregarle otro pre-concepto establecido y es que la quietud es sinónimo de portarse bien, y el movimiento de lo contrario, de revoltoso. Cuantas veces escuchamos a un padre o madre en alguna situación social como en un supermercado decir la frase:


– “Quédate quieto, pórtate bien”, o al docente asignarle la quietud de una dirección o rincón como lugar para “pensar”, y ni hablar de aquel niño que permanece un largo período quieto porque es tan “buenito”.


Por lo cual si a este niño con dificultades le sumamos que le cuesta quedarse quieto, es deambulador, salta de una actividad a la otra su preconcepto atenta contra su desarrollo y subjetividad.


Maria Montessori afirma al respecto:


El trabajo de la educadora está en impedir que el niño confunda, como sucede en la antigua forma de disciplina, el bien con la inmovilidad y el mal con la actividad; porque nuestro objeto es el de disciplinar para la actividad, para el trabajo, para el bien; no para la inmovilidad, para la pasividad para la obediencia.”


Entonces, ¿cómo debemos trabajar las dificultades de atención?


Repasemos primero algunas nociones teóricas. Cecilia Montiel Nava nos dice sobre el concepto de ATENCIÓN:

Proceso de concentrarse en eventos específicos del ambiente, o en ciertos pensamientos o actividades. Al mismo tiempo que se excluyen otras características del ambiente”.


Lo primero que se nos viene a la mente es la repetición de la palabra “ambiente”, por lo cual podemos empezar a pensar en las dificultades de atención, no solo basadas en el niño, sino entender la actividad de este niño en relación dialéctica con su entorno, asignándole a su medio ambiente (contexto en el que se desarrolla la actividad.) la importancia de un factor determinante en su desarrollo.


Tomando el concepto de sujeto como ser bio-psico-social que postula que el factor biológico (organismo), el psicológico (pensamientos, emociones y conductas) y los factores sociales, desempeñan un papel significativo de la actividad humana, llegamos a comprender a un niño determinado no solo por su biología, sino que atravesado por la cultura y su medio ambiente.


Para trabajar directamente sobre factores químico-biológicos que se ponen en juego sobre estas dificultades se encuentra el psiquiatra o neurólogo infantil que hará un análisis de situación para determinar la necesidad de medicar o no a este niño.


Pero también debemos apuntar a brindar los apoyos externos necesarios para intentar que el niño se adapte a un determinado ambiente. Para lograr esto, ¿tuvimos en cuenta la interrelación de los otros factores?, si el niño “no presta atención” en determinado ambiente, ¿probamos con modificar el mismo? ¿Nos detuvimos a preguntar y analizar como es el contexto de este niño? ¿Cómo se relaciona con los otros, sus pares y los adultos? ¿Cuál es su historia familiar y que valoración hacen del niño? ¿Cuáles son sus motivaciones?


Entonces a la hora de trabajar con niños es importante tener en cuenta los factores ambientales y sus vínculos primarios y secundarios, tomar conciencia que, el mismo va formando el concepto de sí mismo en base a las valoraciones que hagan sobre él sus seres queridos y sus vínculos referentes. Si los mismos lo rotulan como inquieto, irrespetuoso, se porta mal, lo más probable es que esta conducta se siga manifestando porque es la identidad que le asigna su contexto.


Creo que para que un tratamiento sea exitoso debemos tomar en cuenta todos los factores que determinan su conducta y actuar en consecuencia de esta interrelación bio-psico-social, sin dejar de lado el foco principal que es “el niño” y tomando cada uno la responsabilidad que le adquiere como cuidador, médico, educador, terapeuta, etc, trabajando en red y con el voto de confianza, seguridad y valoración que todo niño necesita.


Si desde la medicina se medica y pensamos en una pastilla milagrosa y desde su ámbito familiar y educativo no se colabora, el pronóstico igualmente no va a ser favorable. Si todos tiramos de la misma soga e implementamos los apoyos necesarios la fuerza será mucho más intensa.


Sobre la línea que venimos planteando el Dr. Francisco Rodriguez Santos nos aclara que: “el análisis de los trastornos del desarrollo se viene trabajando desde un enfoque neuropsicológico. Este planteamiento supone contemplar tanto el desarrollo normal como su alteración como un producto de la interacción del sustrato neurológico en evolución con la experiencia del niño a través del aprendizaje”.


Hay un determinante biológico por el cual en el ámbito educativo, terapéutico o familiar no podemos hacer modificaciones, pero si entendemos esta interrelación (bio–psico–social) podemos ser conscientes de cómo muchas veces se etiqueta a los chicos prematuramente, negativamente, condicionando su comportamiento a futuro.


En base a un análisis sobre la situación particular del niño se propone luego pensar en facilitadores desde el aspecto relacional y generar ambientes prostéticos, como puede ser en el ámbito escolar:


  • Mantener contacto visual frecuente.
  • Tareas escolares adaptadas, pueden ser cortas, estructuradas con un inicio y un final claro, motivadoras.
  • Establecer períodos de descanso frecuente, relajantes, entre tarea y tarea.
  • Utilizar dispositivos favorecedores al niño (caricaturas, libros, etc.).
  • Programar la actividad diaria, uso de agendas o dispositivos que ayuden a completar la actividad para luego pasar a otra.

Atención y TEA


En niños dentro del trastorno del espectro del autismo (TEA), el tema de atención es tan variable como niños hay, están aquellos que sus intereses son restringidos y pueden estar horas con el mismo material, están los que deambulan y van de actividad en actividad, o los que su atención se fija en un detalle del objeto sin llegar a integrarlo por completo y hacer uso funcional del mismo.


También debemos tener en cuenta el perfil sensorial de cada niño, están aquellos que perciben los ruidos o las luces de manera muy invasiva generando múltiples distractores, otros con necesidad de tener mucho movimiento, aquellos con necesidad de mayor tiempo en percibir la información por lo cual pueden parecer aletargados y cada niño responde de manera distinta a un mismo estimulo por lo cual nuestra observación y anticipación situacional es de suma importancia para evitar distractores o reacciones exacerbadas, berrinches, etc.


Pero hay algo en común para todos nosotros a la hora de mejorar la atención y tiene que ver con la autorregulación.

Para Whitman, la autorregulación consiste en:


“Un sistema complejo de respuestas que permiten al individuo analizar los contextos y el repertorio de respuestas con las que hacer frente a los ambientes, con el fin de decidir lo que debe hacer, hacerlo, evaluar las consecuencias que se desprenden de sus actos y replantearse sus puntos de vista, si fuese necesario”.


Algunos usamos estrategias naturales como respirar, otros tienen la necesidad de morder la tapita del lapicero, o mover continuamente el pie, o hacer ajustes posturales y cambios de posición en la silla y diferentes estrategias que nuestro cuerpo va implementando para poder mantenerse regulado y atento.


Cuando trabajamos con niños con TEA es importante encontrar estos apoyos que nos permitan generar actividades cognitivamente más elevadas con mayores tiempos de atención, algunos niños usan mordillo, otros necesitan apretar objetos para liberar estrés, y están aquellos con necesidad de mucha información propioceptiva (información de mi cuerpo) para regularse.


Toda actividad que se proponga debe estar enfocada en el niño, en motivarlo, en brindarle las ayudas y apoyos necesarias que lo hagan participar de forma activa, motivado y predispuesto a la actividad para luego, en la medida de lo posible, ir retirando estos apoyos al momento que el niño va conquistando su autorregulación y mayor participación.


Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser.” Johann Wolfgang von Goethe


BIBLIOGRAFIA:


  • Julia García Sevilla – “Como mejorar la atención del niño”. Editorial: Pirámide
  • María Montessori – “El método de la pedagogía científica”. Editorial Biblioteca nueva
  • Cecilia Montiel Nava – Articulo “Procesos atencionales y el trastorno del espectro autista”
  • Ruiz, C. y Julio, R. (2013). Consideraciones sobre la autorregulación

Sobre el Autor:


Lic. Facundo Ariel Ortiz

  • Licenciado en Psicomotricidad de la Universidad CAECE.
  • Posgrado en autismo y trastornos del neurodesarrollo de la Universidad Favaloro.
  • Especialización en autismo y necesidades educativas especiales en FLACSO.
  • Especialización en autismo y psicosis infantil en Clinica de la infancia.
  • Atención en Estimulación Temprana y Terapia Psicomotriz.
  • Miembro de equipos interdisciplinarios en la atención de niños de diversas patologías.
  • Co-coordinador de grupos de habilidades sociales, recreativo-terapéutico para niños y adultos de diversas patologías.
  • Hidroterapia – Miembro del equipo de inclusión de niños en espacio acuático “El camino del agua”
  • Equinoterapia – Miembro del equipo de equinoterapia de la “Fundación Al Reparo”.
  • Apertura de espacios de acercamiento al windsurf y kayak para niños de diversas patologías.
  • Investigador y realiza publicaciones sobre el impacto de la naturaleza en beneficio de la exploración autónoma sobre la estimulación en niños con discapacidad.

Fuente: Autismo Diario

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