Epilepsia en la mujer

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Por Heidy González Cabrera


Esta enfermedad acompaña a la humanidad desde sus orígenes y el desconocimiento inicial le atribuía implicaciones religiosas.


El desarrollo científico eliminó esos tabúes dejando abierto el camino hasta la actualidad, aunque prevalezcan estigmas y prejuicios. La epilepsia afecta, aproximadamente, entre el 0.5 y el 1 % de la población mundial con predominio en el sexo masculino en la infancia, aunque las hembras no están exentas.


El prestigioso neurólogo cubano Salvador González Pal*, dice que el organismo femenino con epilepsia tiene “condiciones específicas” en sus distintas etapas: infancia, menarquia (primera menstruación), prevención del embarazo y fertilidad; posteriormente, embarazo, lactancia y menopausia.


El profesor advierte que los fármacos antiepilépticos pueden producir: rash cutáneo (erupción), hipertrofia gingival, aumento de peso y efectos secundarios sobre el aparato reproductor femenino. Evidencias que, junto a la enfermedad, refuerzan en los padres cierta sobreprotección que deben sustituir por mayor conocimiento de esas reacciones.


La epilepsia en la mujer comienza en edades tempranas, donde hay tipos de transmisión genética, algunas de pronóstico desfavorable que llevan a severos trastornos en el desarrollo, aunque con baja incidencia en la niñez.


Todavía hay poco dominio de esta enfermedad en la pubertad y sobre los cambios hormonales que afectan, continúa. Sin embargo, la maduración sexual es similar en las pacientes con o sin ese padecimiento. En las niñas son benignas, y la menarquia marca el fin de esta epilepsia. Todo lo contrario a otros tipos como la mioclónica juvenil (muy frecuente), en que la menarquia –contrariamente–, determina el inicio de sus crisis.


Al hablar de fertilidad y anticoncepción, se debe conocer que la fisiología femenina aumenta las convulsiones e influencia en la efectividad de los medicamentos. Un 50 % tiene alteraciones del ciclo menstrual, un 20 % amenorrea (supresión), incluyendo ciclos anovulatorios y –algo muy importante– algunos fármacos antiepilépticos disminuyen la efectividad de los anticonceptivos; y en otros casos propician hipogonadismo, disfunciones sexuales y ovarios poliquísticos.


En cuanto a los riesgos en el embarazo, las crisis pueden aumentar un 20 %, mejorar un 20 %, y en el 60 % no varían su frecuencia. La descendencia se afecta en menos de un 5 %.


El también investigador de la Facultad de Medicina Enrique Cabrera, de Cuba, explica que las complicaciones en la etapa fetal, tanto por causa de la enfermedad como por la medicación empleada, se relacionan con el cierre del tubo neural (labio leporino, espina bífida, etcétera); desarrollo del lenguaje y problemas cognitivos (por ejemplo: retraso mental y trastornos psicomotor). Y más frecuentemente con los fármacos: la politerapia (dos o más), la falta de administración de folatos en el primer trimestre, y las dosis altas de los antiepilépticos. Aclara que resulta imprescindible antes del embarazo el consejo genético precoz; el control de los antiepilépticos; la realización de ultrasonidos y la determinación de alfafeto proteínas. En general, la atención sistemá- tica de los especialistas de Ginecología, Neurología y Genética.


Constituyen errores en la atención a las epilépticas: mantener el tratamiento luego de años sin crisis y con criterio médico de retirada, o seguir la politerapia si ya no es necesaria; anunciarles que es alto el riesgo de malformaciones; disminuir las dosis del antiepiléptico (por debajo de nivel terapéutico), y/o indicarla en una sola dosis diaria; cambiar un medicamento efectivo por otro que no conocen su respuesta, sobre todo, aquellos que influyen negativamente en la lactancia.


González Pal insiste en que no se debe suspender la lactancia, pero sí conocer que los antiepilépticos se excretan por la leche materna. Cualquier decisión debe valorarse primero con el médico. En la menopausia –48 a 55 años–, las crisis sobrevienen sin causa evidente. La epilepsia “catamenial” que surge durante el periodo menstrual, desaparece. Los medicamentos hormonales indicados para osteoporosis u otras enfermedades contienen estrógenos y tienden a aumentar las crisis. Pero, si además de estrógenos incluyen progesterona, dan menor probabilidad a las crisis. 


Especialista de 1ro y 2do grado en Neurología del Hospital Psiquiátrico de La Habana Comandante y Doctor Eduardo Bernabé Ordaz



EL DATO


Con el avance de la ciencia, análisis retrospectivos dieron nueva luz a casos como el de Juana de Arco (1412-1421), al considerar que sus “crisis musicogénicas” (escuchaba voces y campanadas), eran alucinaciones auditivas y visuales. Padecía de tuberculosis, y un tuberculoma alojado en el encéfalo pudo ser causa de su epilepsia. Similar conclusión se aplica a las visiones de Santa Teresa de Ávila (1515-1582), con posible epilepsia del lóbulo temporal.


EL DETALLE


Las revistas especializadas señalan que más del 45 % de las adolescentes tienen relaciones sexuales y, cuatro de cada diez, se embarazan antes de los 20 años. En las menores de 17 años aumentan las complicaciones –madre e hijo–, y es la epilepsia el trastorno neurológico más frecuente en el embarazo. Las gestantes epilépticas de países en desarrollo oscilan entre 3-4 por cada/ 1000 embarazos, sin obviar que el 50 % no son planificados.

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