Autismo: cuando la aptitud supera a la actitud

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Por: Lic. Carolina Peralta, Psicóloga


Antes de leer el siguiente artículo respóndase las siguientes preguntas:


  1. ¿Es usted excesivamente minucioso? ¿cuida cada detalle insignificante?
  2. ¿es muy exigente con sus calificaciones?
  3. ¿no le gusta que le digan cómo hacer las cosas?
  4. ¿odia el trabajo en equipo? ¿prefiere cargar con el grupo y hacer las cosas a su manera?
  5. ¿se enoja con facilidad si le explica algo a alguien y no lo entiende?
  6. ¿detesta las modas y ser parte del pensamiento colectivo?
  7. ¿suele ser catalogado como raro y marginado por ese motivo?

Si ha respondido afirmativamente a la mayoría de las preguntas anteriores la buena noticia es que es posible que su coeficiente intelectual sea muy elevado, es usted inteligente. La mala es que es posible que tenga problemas para interactuar con los demás pues, sus habilidades de socialización son escasas y pobres. Recuerde unas son de cal y otras de arena, lo importante es conocerse, aceptarse, tratar de sacar provecho y saber convivir armoniosamente con sus limitaciones.


Ahora analice las siguientes cuestiones si usted es padre o madre, y además de todo lo que detallamos anteriormente percibe en su hijo/a o en algún familiar que le preocupe lo siguiente:


  1. ¿Percibe en esa persona indiferencia ante el entorno? ¿Periodos prolongados de enfoque de atención en un objeto, persona u situación concreta? ¿Dicha actitud le aisla de los demás?
  2. ¿Nota usted problemas para interpretar la situación emocional de los demás? ¿es incapaz de entender las pautas sociales? ¿dicha persona no le mira a la cara, no interpreta el tono de voz o las expresiones faciales de los demás? ¿no le presta atención a la cara de las personas de su entorno? ¿Es incapaz de ver y aprender pautas socialmente aceptadas de conducta?
  3. ¿Tiene dificultades para comunicarse verbal y no verbalmente, una u otra o ambas a la vez? ¿es incapaz de comunicarse con expresiones o gestos? ¿la forma y el contenido de su discurso es inadecuado? ¿repite palabras o frases ignorando a su interlocutor?
  4. ¿Emite esa persona movimientos estereotipados o repetitivos? ¿se autolesiona? ¿se muerde o golpea? ¿nota en ella problemas para asimilar los cambios de su entorno o salir de la rutina, manifestando ansiedad?
  5. ¿Habla de sí mismo/a en tercera persona, en lugar de decir yo o mi?
  6. ¿Nota incapacidad para participar en juegos de simulación? ¿su imaginación es limitada?

Si la respuesta nuevamente ha sido afirmativa en la mayoría de los casos, es probable que el diagnostico ante estos síntomas tenga como respuesta uno de los trastornos del espectro autista.

Aunque nada es concluyente y sugerimos que el diagnóstico del autismo sea realizado por un equipo multidisciplinar (neurólogo, psicólogo, psiquiatra, terapeuta del lenguaje y, en ocasiones, otros profesionales especialistas en este tipo de trastornos), el siguiente artículo puede resultarle muy interesante.


El autismo es el más conocido de los trastornos generalizados del desarrollo (TGD), por esta razón se denominan trastornos del espectro autista (TEA). Según el Manual Estadístico y Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM) y en base a su última revisión, DSM-IV. Los mismos afectan la comunicación (verbal y no verbal), la interacción social, y la realización de actividades, que se ve limitada en número y presenta un patrón repetitivo y monótono. Dichos trastornos se pueden diagnosticar formalmente a la edad de 3 años, aunque nuevas investigaciones dicen que es posible emitir un diagnostico a los 6 meses.


El autismo es un trastorno complejo del desarrollo neurológico, caracterizado por dificultades en las relaciones sociales, alteraciones de la capacidad de comunicación, y patrones de conducta estereotipados, restringidos y repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas.


Se presenta en cualquier grupo racial, étnico y social, y es cuatro veces más frecuente en los niños que en las niñas. No guarda relación alguna con el nivel socioeconómico, ni el área geográfica. Según estadísticas de 3 a 6 niños de una cantidad de 1000 lo padece y aproximadamente el 80% de los adultos autistas están desempleados.


Los síntomas van de leves a severos, afectando de forma diversa y con distinto grado de intensidad a cada individuo; esto significa que dos personas con el mismo diagnóstico pueden comportarse de manera diferente y tener aptitudes distintas.

Los trastornos del espectro autista incluyen el trastorno autista, síndrome de Asperger, síndrome de Rett, trastorno de desintegración infantil, y trastorno generalizado del desarrollo no especificado.


El diagnóstico diferencial entre los diversos trastornos se establece atendiendo a aspectos como el grado de desarrollo del lenguaje, la edad en que aparecieron los primeros síntomas y la severidad del trastorno. No existen pruebas médicas específicas que determinen de qué trastorno se trata y, por lo tanto, el diagnóstico del tipo de autismo se basa en la observación de las manifestaciones clínicas, entrevistas con el paciente y su familia.


A la fecha sus causas son desconocidas, aunque se sospecha que se debe a mutaciones en los genes pero, se pueden agrupar en cuatro grupos básicos:


  • Factor genético: Es más probable la manifestación de autismo en niños cuyo árbol genealógico presente este tipo de trastorno u esquizofrenia. Por ejemplo, está demostrado que en el caso de los gemelos existe un 90% de posibilidad de que si uno de los fetos lo padece, el otro también. Aunque las investigaciones aún no son concluyentes se ha establecido una relación directa entre la inhibición del gen de la neuroligina NL1 y el desarrollo de autismo, aunque existen otros genes implicados.
  • Factor neurológico: las alteraciones neurológicas suelen ser frecuentes en pacientes diagnosticados con trastornos del espectro autista. Principalmente en las áreas que coordinan el aprendizaje y la conducta.
  • Factores bioquímicos: estudios han determinado alteraciones en los niveles de ciertos neurotransmisores, principalmente serotonina y triptófano.
  • Factores infecciosos y ambientales: Está demostrado que La exposición a ciertas sustancias durante el embarazo pueden provocar malformaciones y alteraciones del desarrollo neuronal del feto que al nacer pueden manifestarse como alteraciones que abarcan los trastornos del espectro autista.

Un diagnostico temprano permite una intervención temprana, la cual es crítica para que el paciente pueda disfrutar de un entorno educativo apropiado, por lo menos por dos años durante la etapa preescolar, lo cual va a simbolizar mejoras significativas en niños con trastornos del espectro autista.


El tratamiento debe abarcar programas enfocados en el desarrollo de habilidades de comunicación, socialización y cognoscitivas. Sin embargo, no existen medios efectivos para prevenir el autismo, tratamientos eficaces o cura.


Cabe destacar que grandes personalidades al pasar de los años han sido diagnosticadas como autistas y han sido exitosas, entre ellas Albert Einstein, el cineasta Tim Burton, Michael Phelps, Mozart y Beethoven, pues al enfocarse en temas determinados los autistas suelen ser excelentes en las áreas que les apasionan y que desarrollan.


Al pasar de los años las personas han ido desarrollando conciencia al respecto, conociendo la existencia del mismo y desarrollando tolerancia hacia quienes padecen este síndrome. Aunque aún nos falta mucho.


Desde el 2007 cada 2 de abril se conmemora el “Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo” decretado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su afán de perseguir una vida justa, digna y gratificante para los adultos y niños que padecen este síndrome, teniendo como fin promover los derechos de las personas con autismo, su participación e inclusión a nivel social.


Por: Lic. Carolina Peralta, Psicóloga.

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